Padre Hugo Tagle

Cultivo de la memoria

Padre Hugo Tagle En twitter: @hugotagle

Por: Padre Hugo Tagle | Publicado: Lunes 20 de agosto de 2018 a las 04:00 hrs.
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En el colegio nos hacían aprender poemas de memoria. Me sabía muchísimos. Nos sabíamos los números de teléfono de toda la parentela. Hoy, nada. La memoria del celular lo reemplazó ¿Se sabe algún número de memoria, querido lector?

Pero sí me sé “de memoria” fechas, oraciones, lugares. Y uno los revisita constantemente. Oraciones, por de pronto. Yo sé de mucha gente que, sin ser consagrados ni curas, se sabe pasajes de los evangelios de memoria. El cultivo de la memoria es central para la vida social. Somos memoria y vivimos de ella. Nos ayuda a no cometer los mismos errores, a aprender de ellos, a sacar lecciones positivas del dolor y fracaso. “El hombre es el único animal que se tropieza en la misma piedra”. Por lo tanto, para no cometer errores tontos, fatales, monstruosos, aprendamos del pasado. De ahí que los museos, cualquiera sea, son buenos. Nos recuerdan logros, fracasos, calamidades, virtudes.

Leo de un humorista decir: “Se llama memoria a la facultad de acordarse de aquello que quisiéramos olvidar”. La pura verdad. Aquello que nos gustaría enterrar es, las más de las veces, fuente de las mejores, más sabias y valiosas lecciones de vida.

“Somos nuestra memoria, somos ese quimérico museo de formas inconstantes, ese montón de espejos rotos”, dice Borges a propósito del arte de recordar. La memoria es peligrosa. “Allí donde la toques, la memoria duele”, leo decir a Seferis, poeta griego. Sí, y por lo mismo, necesaria.

González de Cardedal, teólogo español, escribe: “La memoria es la más honda y misteriosa potencia del hombre, ya que ella, traspasando por la historia de la vida vivida, retoma hasta el origen, la descubre, la identifica, la retiene”. La memoria presta un servicio, nos renueva en la dignidad humana, ya sea por el rechazo a lo recordamos - Nunca Más - o por la virtud a que nos invita. “La función de la memoria es recordar, representar, actualizar, revivir. Es una tarea eminentemente activa y con repercusiones graves en los procesos de la vida espiritual”.

¿Cómo debe ser un “museo de la memoria”? Lo más inclusivo posible, sin duda. Que amplíe el abanico histórico que nos recuerda, para así hacerlo tanto más cercano y valioso a todos. Estamos en democracia. Se puede buscar civilizadamente una forma consensuada de presentar esos dolorosos años, tanto anteriores como posteriores a 1973. Dialogando se entiende la gente.

La memoria, en este caso dolorosa, puede y debe ser esperanzadora, constructiva, dignificante. Un gran desafío para sanar heridas, para no tropezar de nuevo con las mismas piedras.

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