Padre Hugo Tagle

El reloj eterno

Padre Hugo Tagle En twitter: @hugotagle

Por: Padre Hugo Tagle | Publicado: Lunes 7 de mayo de 2018 a las 04:00 hrs.
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Jeff Bezos, fundador y dueño de Amazon y conocido por sus aventuras excéntricas, se embarcó en un nuevo proyecto: la construcción de un colosal reloj subterráneo, en el desierto de Texas y que estará en funcionamiento 10 mil años.

Obviamente el proyecto, de alto costo, pretende tener alguna rentabilidad para lo que construirá un parque temático de ciencias en su entorno. El reloj se construye dentro de una montaña, tendrá 150 metros de altura y estará impulsado por energía térmica, convirtiéndose en el primer utensilio de este tipo que funciona de esta forma. Sus agujas solo se moverán con el cambio de año una y con el cambio de siglo la otra. Además, cada 100 años saldrá un cuco para anunciar el cambio de siglo. El reloj lleva el nombre de su fundación “Clock of the Long Now” o “El Reloj de los 10.000 Años”. La correcta traducción sería “el largo ahora” o “el eterno instante”, que habla de que el tiempo es plenitud siempre; que cambia, muta, pero no se deteriora o termina. El reloj no es para cortoplacistas ni para ansiosos. El objetivo del reloj es doble: por una parte, demostrar la durabilidad de artefactos mecánicos que no requieren de piezas de recambio y, por otra, una señal de fe en la historia humana; en que el mundo sigue su curso a pesar de todos los embates y de que somos responsables de lo que sucede en este planeta. En efecto, Bezos cree que en 10 mil años más habrá civilización y humanidad que comprenda la noción de espacio-tiempo que dio lugar a ese reloj.

Bueno será recordarnos unos a otros, y los cristianos tenemos especial responsabilidad en ello, que el tiempo lineal que conocemos no apunta a la destrucción, sino a la plenitud, que es distinto. A partir de Cristo, la mirada al futuro es esperanzadora. Cristo triunfa. El futuro no es negro, por sombrío que se presente el hoy. No vamos camino al barranco, sino que hay esperanza. “Si supiera que el mundo se acaba mañana, yo, hoy todavía, plantaría un árbol”, repetía Martin Luther King. Y eso es lo propio cristiano.

En un mundo algo descorazonado, el Papa Francisco, en su encíclica Laudato Si, nos invita a renovar esa esperanza que no decae: “La esperanza nos invita a reconocer que siempre hay una salida, que siempre podemos reorientar el rumbo, que siempre podemos hacer algo para resolver los problemas” (LS,61). Al final del camino, se encuentra la luz. “Caminemos cantando. Que nuestras luchas y nuestra preocupación por este planeta no nos quiten el gozo de la esperanza” (LS,244). Sí, en 10 mil años habrá quien dé nuevamente cuerda al reloj.

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