Padre Hugo Tagle

Lecciones de Coco

Padre Hugo Tagle En twitter: @hugotagle

Por: Padre Hugo Tagle | Publicado: Lunes 26 de marzo de 2018 a las 04:00 hrs.
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La película Coco, premiada con un Oscar, nos da luces de lo que celebramos en estos días de cuaresma y luego pascua. Si bien la película gira en torno a la celebración de todos los santos, el 1° de noviembre, en su colorida versión mexicana, toca el tema central de la vida humana: la preparación para la próxima vida, en el más allá, el cielo para los cristianos. Es lo que anunciamos en estos días, con la Resurrección de Cristo. Hay vida más allá, un cielo que nos espera. La muerte no tiene la última palabra.

Si no la ha visto, véala. Es un respiro en este tiempo convulsionado y una renovación en la fe en el hombre.

Rescato algunas lecciones. Por de pronto, la película es una buena invitación para reconciliarse con los seres queridos que ya murieron y de los cuales quizá arrastramos malos sentimientos. Coco logra una original, inocente y sabia integración de la muerte en lo cotidiano de la vida. Los difuntos no son extraños, no se "perdieron" en la nada infinita. Viven en nuestro recuerdo y, lo más importante, requieren de nuestra acción consciente que, en buen cristiano, se llama "rezar por ellos".

Pero es la idea del recuerdo lo más notable. El tema de la memoria aparece en múltiples formas. De hecho, la canción central, "Remember me", es una invitación a reconocer a los que ya no están y mantenerlos "vivos" en la memoria, no solo como una foto, sino integrados en la vida cotidiana. Llega a tanto este punto que, si un difunto es olvidado por los vivos, sufrirá una segunda muerte, la del olvido. Pero eso, en la percepción cristiana, no ocurre. Dios no olvida nunca a sus hijos. La Iglesia reza siempre por aquellos por los que nadie reza. No somos números. Cada uno es único e irrepetible.

Muy sabia y humana la costumbre de conservar fotografías de los parientes difuntos en algún lugar destacado de la casa, incluirlos en la conversación cotidiana, recordarlos con cariño en la oración y la misa; aprender de sus buenas obras e, incluso, reflexionar sobre sus lados débiles para sacar lecciones de ello.

Cuando me toca un funeral, invito a los parientes y amigos a tener un recuerdo gozoso de quien despedimos. Es legitimo llorar por la separación, pero también vivir en la alegría de la Resurrección, porque no se van mientras los recordemos.

Un gran mensaje de la película es que en muchas ocasiones la familia y la tradición pueden parecer lastres que no nos dejan avanzar. Coco invita a no renegar del pasado, sino reconciliarse con quienes han partido. Que vivan en nosotros como un aliciente para vivir un mejor futuro.

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