Rafael Rodríguez

Libertad de opinión

Rafael Rodríguez Presidente Seminarium Penrhyn International

Por: Rafael Rodríguez | Publicado: Jueves 7 de enero de 2016 a las 04:00 hrs.
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La iniciativa de la diputada Cariola de penalizar la exaltación del régimen de Pinochet y la reciente de diputados de la UDI de penalizar el ensalzamiento del gobierno de Allende son de esas leyes que pretenden correr el cerco en una libertad fundamental, que es la de expresar una opinión, por distinta que sea a la propia. Quienes creen en una sociedad donde la libertad es un valor supremo no pueden estar de acuerdo con estas iniciativas; por el contrario, quienes piensan que las ideas sólo pueden ser expresadas en la medida en que estén dentro de la esfera permitida por una meta concepción del ser humano y de las ideas que este debe apoyar proscribiendo las demás, está subvalorando la capacidad de las personas y aceptando una forma de barbarie en contra el principal derecho humano que es el de la libertad, lo que en sí en una flagrante forma de totalitarismo.

Paradojalmente, el camino de conculcar, amenazar o directamente perseguir la diferencia de pensamiento es el que varios países de nuestra región han seguido; en efecto, Cuba encarcela a los disidentes, Venezuela en una menor escala también; Cristina Kirchner negaba la publicidad y fomentaba todo tipo de restricciones a los medios de prensa opositores, también se han hecho públicas críticas de serios hostigamientos de medios en Ecuador. Casos similares con gobiernos anti izquierdistas también hay varios en la historia. Ninguno de estos gobiernos ha terminado bien o está pasando por un buen momento, dicho sea de paso.

No deja de llamar la atención que la propugnadora de la ley inicial, contraria a Pinochet, simultáneamente no proponga la proscripción penal de la exaltación de un régimen como el de Stalin cuyas víctimas humanas en defensa de los derechos del pueblo, sumaron millones y que por el contrario, lo exculpe. De hecho en Santiago hay una calle con el nombre de Stalin, que queda en la comuna de Cerro Navia, entre las calles Siberia y Fanaloza. ¿Estaría de acuerdo en cambiar el nombre de esa calle también?

Creo que el mundo ya no está para reglas de dos medidas diferentes, una para cuando me mido yo y otra para cuando se mide el adversario o contrincante. El camino de “eliminar” la discusión empobrece al ser humano, lo encierra en los confines del pensamiento mayoritario o de los que tienen el poder de determinar sus fronteras.

Lo paradójico es que si se hubiese prohibido hablar del gobierno de Pinochet o del gobierno de Allende, probablemente tendrían un nivel de apoyo mayor que el que hoy tienen, porque de la discusión de los actos de sus gobiernos se ha podido tener una visión más equilibrada de sus obras, tanto las malas -de las que se ha conocido con más detalle con posterioridad al término de sus respectivos períodos-, como las buenas. No es de extrañarse entonces que el libro “Mi Lucha“ de Adolf Hitler sea uno de los super ventas pronosticados para este año; una oda al racismo, al odio y a la exclusión. De no haberse prohibido por años, seguro que habría vendido muy poco, menos de lo que va a vender hoy.

En materia de libertad de expresión, lo que mejor refleja la virtud y la “buena leche” que subyace en la naturaleza del ser humano es la famosa frase de Voltaire: “No comparto tu opinión, pero daría mi vida por defender tu derecho a expresarla”.

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