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Tipo de cambio y el nuevo ciclo de la economía chilena

Andrés Reinstein

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El peso chileno es una de las monedas emergentes que más se ha depreciado en los últimos 12 meses. Economistas e inversionistas se preguntan por qué, si Chile tiene una de las economías más sanas del mundo. En parte podemos echarle la culpa a China y la Fed. Sin embargo, como ambos factores afectan a todos los países emergentes, no parece ser toda la explicación para nuestra mayor pérdida de valor que el resto. La respuesta parece estar también en el nuevo ciclo que estaría comenzando en la economía chilena, respecto del cual el mercado de capitales se está adelantando.

El tipo de cambio refleja el equilibrio, presente y futuro, entre el ingreso y el gasto del país. El ingreso es la suma de salarios, impuestos y utilidades de las empresas. El gasto es igual a la demanda por bienes y servicios que hacen las familias, el gobierno y las empresas. Cuando el gasto del país es mayor que el ingreso, se genera un déficit que hay que financiar con endeudamiento externo o inversión extranjera. Si el déficit supera lo que el resto del mundo está dispuesto a prestarnos, se genera una falta de dólares que presiona al alza el tipo de cambio.

Todo parece indicar que en los próximos 10 años la economía chilena vivirá un importante cambio estructural, en el cual el Estado aumentará sustancialmente su participación en el gasto total de la economía. Este aumento, que comenzará a producirse con la Reforma Tributaria, y a la que probablemente le seguirán otras medidas, parece ser lo que la sociedad chilena está pidiendo: más Estado Solidario.

Para financiar el mayor gasto estatal, los impuestos aumentarán, y probablemente se concentrarán en las grandes y medianas empresas. Adicionalmente, Chile tiene uno de los costos de energía más altos del mundo, tiene déficit de infraestructura y tiene mala calidad de educación. Estos problemas, más el aumento de impuestos, harán que a las empresas les sea más caro y difícil producir, lo cual reducirá el crecimiento del ingreso del país en los próximos años.

El gasto del país, por otra parte, tendrá un fuerte impulso, liderado por el gasto fiscal. Así, con el gasto creciendo más que el ingreso, el déficit que tendrá que financiar el país con deuda externa aumentará. Si el déficit fuese respaldado por inversión en educación de calidad, infraestructura o tecnología, que generan beneficios a futuro, el resto del mundo no tendría ningún problema en financiarnos, e incluso prestarnos más de lo que necesitamos. Eso pasó durante la década de los 90, en que se hicieron importantes avances en infraestructura, energía y educación, se protegió a la inversión extranjera, se aumentaron los impuestos pero manteniendo la base, el país creció a altas tasas y el tipo de cambio cayó. Eso permitió aumentar el presupuesto del Estado desde US$ 1.400 por habitante en 1990, a US$ 2.500 en 2000 y US$ 3.700 en 2013.

Lo que vemos actualmente, en cambio, es bien distinto. Se han acumulado déficits en energía, infraestructura y calidad en la educación a los que no se ve solución. Adicionalmente, con la eliminación del DL 600 se desprotegerá a la inversión extranjera. Así, todo indica que la disposición del resto del mundo a financiar el creciente exceso de gasto será menor, y habrá presiones en el mercado cambiario. El tipo de cambio está comenzando a reflejar eso, y lo seguirá haciendo.

Para mantener la confianza del resto del mundo, y la estabilidad del mercado cambiario, hay que solucionar los problemas de producción, y por lo tanto de generación de ingresos, que tiene el país, y hay que proteger a la inversión extranjera. Eso permitirá que más Estado Solidario, sea entregable de verdad.

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