Columnistas

Trump y la política exterior de Estados Unidos

Hernán Salinas Profesor de Derecho Internacional, Pontificia Universidad Católica de Chile

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La elección de Donald Trump como Presidente de Estados Unidos ha producido incertidumbre en el mundo. Sus anuncios durante su campaña persiguen alejar a dicho país de principios tradicionales de su política exterior, como son la promoción del libre comercio, la alianza con las democracias europeas cuyo pilar es la OTAN, la contención de la nueva autocracia nacionalista y populista de la Rusia de Putin, y su participación significativa en la defensa de las democracias asiáticas de Japón y Corea del Sur.

En efecto, inquietan sus anuncios proteccionistas en contra del comercio con China, la revisión de los Tratados de Libre Comercio, la no ratificación del Acuerdo Transpacífico (TPP) y del Acuerdo de Libre Comercio con Europa (TTIP). Todo ello, sólo permite vislumbrar la generación de una guerra comercial con China, con impredecibles efectos en el comercio internacional y en la paz mundial. También inquietan el debilitamiento de la alianza atlántica y la relación de Estados Unidos con Europa y con sus socios en el Pacífico. Si bien, una política de distensión con Rusia y la cooperación en la lucha contra el Estado Islámico y el terrorismo internacional aparecen como positivos para la paz internacional, ella no puede ser a costa del debilitamiento de la seguridad de las democracias europeas y la violación del principio de la integridad territorial como un pilar fundamental del orden internacional.

Por otra parte, el anuncio de una política agresiva en materia migratoria, principalmente centrada en la construcción de un muro en la frontera común y la deportación masiva de mexicanos, auguran no sólo una tensión en las relaciones de Estados Unidos con México sino una indudable perturbación de las relaciones con América Latina. A su vez, sus anuncios en contra de la inmigración de musulmanes solo pueden contribuir a estimular el terrorismo internacional. También son preocupantes sus anuncios contrarios al Acuerdo de París dentro de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático (2015) que implicará un indudable retroceso en la lucha de la comunidad internacional en contra del calentamiento global.

También es lamentable que el programa de Trump con Latinoamérica se centre en el tema migratorio con México, no abordando, entre otros, la cooperación en la defensa de la democracia representativa en la región, principalmente amagada con la crisis en Venezuela.

Si bien Trump recoge inquietudes razonables como la de exigir una mayor contribución en su propia defensa y del orden internacional de los países europeos, Japón y Corea del Sur, como también el de fijar marcos más estrictos en materia de política migratoria, su discurso aislacionista y proteccionista no contribuye a un mundo más seguro y estable, y nos recuerda épocas oscuras de la historia de la humanidad, no muy lejanas.

Ante ello, tampoco debemos olvidar que las realidades de gobierno son distintas de las promesas de una campaña electoral y el sistema de “checks and balances” en una democracia sólida como la norteamericana.

Sólo el futuro nos podrá confirmar o desmentir la preocupación existente.

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