Editorial

La confianza en la balanza

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l escenario económico que el gobierno tiene ante sí es paradójico y eso lo hace complejo de enfrentar. Por un lado, las últimas cifras de crecimiento conocidas fueron mejores que lo esperado y la actividad parece recobrar algo de dinamismo; por otro lado, sin embargo, aumenta la tasa de desempleo, los salarios permanecen bajos y se ven algunos cierres de empresas de alto impacto. Las expectativas que surgían optimistas a principios de año se han enfriado en forma significativa.

En ese contexto, el intercambio de mensajes —públicos y privados— entre el gobierno y el empresariado ha hecho poco por abonar un clima en que se recupere la confianza, más bien lo contrario. El llamado a “expandir la contratación” que hizo el ministro de Hacienda fue contestado con un recordatorio: “El mundo empresarial no invierte por emoción ni por llamados, sino que por realidades”, dijo el titular de la CPC. Y los líderes empresariales parecen no haber acogido receptivamente la petición del Presidente Piñera a tener “paciencia” a la espera de mejores noticias en la economía.

Un exvicepresidente de Corfo dijo a este diario algo que entrega luces del problema: “Veo un punto de inflexión en la percepción del mundo empresarial cuando el Presidente anuncia que no va a bajar el impuesto a las empresas, porque la señal fue que no estaba dispuesto a gastar capital político en eso (…) a dar las peleas más duras”. Esto es, la confianza debe ganarse, más aun si se espera paciencia. Ambas, por cierto, se pueden perder.

Si bien la “mochila” económica del gobierno anterior es objetivamente pesada, y de eso hay plena conciencia entre los privados, el actual Ejecutivo no puede desoír las voces que —antes de cumplidos seis meses en el poder— critican el escaso ímpetu del programa de cambios que le dio la victoria en las urnas. La falta de mayoría en ambas cámaras no va a cambiar; el momento de apostar capital político en una agenda económica y de modernización estatal potente es ahora.

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