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“Repensando” las proyecciones

HERNÁN CHEYRE V. Centro de Investigación Empresa y Sociedad (CIES), U. del Desarrollo

Por: HERNÁN CHEYRE V. | Publicado: Viernes 9 de diciembre de 2022 a las 04:00 hrs.
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HERNÁN CHEYRE V.

El ejercicio de comparar el vaso medio lleno con el vaso medio vacío aplicado a la situación actual de la economía chilena conduce al predominio de lo segundo: cuadro recesivo combinado con una elevada tasa de inflación. El vaso medio lleno vendría a ser la constatación de que el proceso de ajuste está dando sus frutos -los niveles de gasto se están contrayendo en forma significativa, tal cual era el objetivo de política -, y hay quienes suman a esta lista -como el ministro Marcel, quien ha hecho un llamado a “repensar las proyecciones”- una estimación para los niveles de actividad este año superior a la inicialmente estimada, lo que daría cuenta de una cierta resiliencia de la economía para afrontar el ajuste en marcha.

“Lo preocupante es que el estancamiento de la inversión y la productividad, así como la pérdida de dinamismo en la generación de nuevos empleos, están afectando severamente la capacidad de crecimiento de la economía de mediano y largo plazo”.

Pero no se debe perder la perspectiva de que todo este proceso forma parte de un ciclo que se generó a partir de un exceso de gasto en 2021, gatillado por una política monetaria expansiva orientada a alivianar los efectos de la pandemia, acompañada por transferencias fiscales inusualmente elevadas que hicieron subir el gasto público en más de 20% en ese período, y con un aumento adicional en la liquidez proveniente de los retiros previsionales aprobados por el Congreso, que totalizaron una cifra superior a los US$ 50 mil millones.

El hecho objetivo de que el déficit en la cuenta corriente de la balanza de pagos -que corresponde al exceso de gasto respecto del ingreso nacional- haya llegado a superar el 10% del PIB, algo a todas luces insostenible, ahorra cualquier comentario respecto de la magnitud del desequilibrio que se está corrigiendo.

Dicho todo lo anterior, la pregunta de fondo es cuál va a ser la situación de la economía chilena una vez completado este ciclo, finalizado ya el ajuste. Lo preocupante es que, más allá de las sumas y restas que se puedan hacer para alimentar la percepción de vaso medio lleno o para hacer ver la parte del vaso medio vacío, lo que se observa es el predomino de una tendencia que avanza hacia un vaciamiento paulatino del vaso: el estancamiento de la inversión y la productividad, así como la pérdida de dinamismo en la generación de nuevos empleos, están afectando severamente la capacidad de crecimiento de la economía de mediano y largo plazo.

Esto queda de manifiesto en una expansión del PIB tendencial absolutamente insuficiente para poder avanzar en la solución de los problemas más urgentes que aquejan a la población, y que el Banco Central ha estimado esta semana en 2,1% como promedio para el período 2023-2032, con una tendencia decreciente.

¿Se están haciendo cargo del problema las políticas públicas en marcha, de manera de cambiar esta trayectoria? Los proyectos de reforma presentados por el Gobierno para aumentar la recaudación tributaria y para mejorar las pensiones no van a contribuir a dinamizar el mercado de capitales, la creación de empleos formales, ni a fortalecer el ahorro; los cambios en educación no están contribuyendo a mejorar la calidad requerida en los niveles primario y secundario; el sistema de evaluación ambiental de nuevos proyectos está dando cuenta de un Estado rígido que obstaculiza la puesta en marcha de nuevas iniciativas de inversión; y en el ámbito laboral se legisla con una rigidez que va a afectar negativamente la competitividad de muchas empresas.

Avizorando el horizonte con este prisma y “repensando” las proyecciones, como lo sugirió el ministro Marcel, las perspectivas que se vislumbran no son halagüeñas.

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