Por Claudia Betancourt M.
La experiencia de los senadores de la Alianza que salieron para incorporarse al gabinete ministerial como Andrés Allamand (RN), Evelyn Matthei (UDI), Andrés Chadwick (UDI) y Pablo Longueira (UDI), le está pasando la cuenta a la coalición gobernante.
La falta de práctica y manejo legislativo de varios de ellos, como los senadores Ena Von Baer (UDI) y Carlos Larraín (RN) -los más mencionados- ha provocado que el peso del trabajo negociador que busca avanzar en los proyectos del gobierno, recaigan principalmente en los parlamentarios con más experiencia. Más aún, en debates legislativos clave -como el presupuesto, educación- no han contado con la fuerza necesaria para lograr ponerse de acuerdo con la oposición, e incluso, entre ellos mismos. A lo que se suma el fuerte debate que se generó respecto de la legimitidad del sistema de reemplazos entre los parlamentarios.
Traspaso experiencia “express”
Entre los parlamentarios que han asumido la carga negociadora y con más experiencia se menciona, por ejemplo, al senador Alberto Espina (RN), que a pesar ser reconocido por impulsar iniciativas relacionadas con seguridad ciudadana, hoy se ha consagrado a temas de mayor exposición pública como la educación. Lo mismo pasa con el senador Hernán Larraín (UDI), quien se le reconoce su expertise en las áreas de Relaciones Exteriores -fue presidente de la comisión del senado- mientras hoy también es uno de los principales negociadores en materia educacional.
Esta falta de experiencia ha provocado además, que los mismos parlamentarios que trabajan en las comisiones y realizan lobby a nombre del gobierno, tengan que intentar traspasar esta experiencia a los nuevos.
El caso de Ena Von Baer y Carlos Larraín son los más recurrentes a la hora de enumerar los que menos aportes han hecho en este último tiempo. De hecho, el piso de Von Baer, desde que fue cuestionada por su nombramiento por la Concertación, es débil y no se avizora como una negociadora de fuste.
Andrés Allamand (RN), quien arribara a la cartera de Defensa, fue uno de los casos más bullados. En su reemplazo fue designado el presidente del partido, Carlos Larraín, lo que generó numerosas reacciones entre sus propios pares. Ecos que se oyen hasta hoy.
Los problemas internos del timonel de RN al interior de su partido han provocado que su atención se centre en la ofensiva que está desarrollando en su contra, un grupo de parlamentarios y alcaldes disidentes que pretenden que abandone la presidencia del partido. De lo contrario, han amenazado con abandonar las filas de la colectividad. Dicen, que está más interesado en defender sus intereses al interior de la colectividad, que legislar o buscar acuerdos con la Concertación.
El cupo dejado por Evelyn Matthei (UDI) -reconocida por su manejo en temas laborales y económicos- recayó en Gonzalo Uriarte (UDI), de quien se esperaba un perfil similar, “lo que no se ha visto hasta ahora”, aseguran. Fueron los mismos parlamentarios de la Concertación los que más lamentaron el alejamiento de la ex parlamentaria, por la forma en que se podía negociar con ella.
La llegada de los “generales” UDI al gobierno con dos de los hombres con más experiencia política dentro del gremialismo como Pablo Longuiera y Andrés Chadwick, de inmediato gatilló comentarios de como el Senado perdía fuerza.
Chadwick asumió la Secretaría General de Gobierno (Segegob), y su cupo en la Cámara Alta quedó en manos del entonces diputado por la región de O’Higgins, Alejandro García- Huidobro (UDI), todo luego de un prolongado y arduo debate porque el cupo quedara en la zona. Por último, el otro “general” en asumir un cupo en el gabinete fue Longueira quien asume el Ministerio de Economía, Fomento y Turismo y en su reemplazo, aterriza en la Cámara Alta, la ex vocera de gobierno, Ena Von Baer, quien más que tender puentes ha generado mayores distancias con la oposición y al interior del gobierno.
“Merma institucional”
Este cambio de senadores para ocupar cargos ministeriales, si bien inyectó experiencia política en el llamado “segundo tiempo” del gobierno, en el Congreso dejó un vacio al momento de negociar las iniciativas del Ejecutivo y con la Concertación.
Matthei, Allamand, Chadwick y Longueira, eran reconocidos por su experiencia políticia, su expertise y sobre todo, por su capacidad negociadora y de articulación de acuerdos, según reconocen algunos de sus pares de la Alianza y la Concertación.
Por ello, la llegada de los nuevos senadores les ha quitado -según la lectura de algunos legisladores- legitimidad al conglomerado oficialista dentro del Parlamento. Esto, porque según comentan, habitualmente se les tilda a estos reemplazos de senadores designados “los nombran a dedo, ¿a quién representan?”, cuestionan en tono irónico.
Es más, dicen que como consecuencia de este sistema de sustitución -que contempla la Constitución de la República- produce una suerte de “minusvalía”, de “merma” en el trabajo que desarrolla la Cámara Alta. “Tanto la UDI como RN se dan cuenta de lo que pasa, pero en RN tratan de mirar para al lado, para no seguir profundizando sus divisiones”, afirman.
Desde un punto de vista de la institucionalidad de la Cámara Alta, se ha producido un debilatamiento. “No han venido a empujar, sino más bien a debilitar. Sus aportes son bien cuestionables”, aseveran.
A juicio de otros otros parlamentarios, los equipos nuevos deben “reacomodarse”, sobre todo cuando ingresan a un nuevo sistema de trabajo como el legislativo; sentencian que de la “noche a la mañana” no se pueden lograr los cambios.
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