Por Blanca Arthur
Coincidiendo con los precisos momentos en que en el Congreso se libraban duras disputas durante la polémica tramitación del presupuesto, el gobierno decidió dar el impulso final para sacar adelante una de las más importantes reformas que apuntan a mejorar la actual disonancia que muestra la clase política con la ciudadanía.
Por distintas razones, el tema no había sido prioritario en la agenda política de La Moneda, donde se aludía básicamente a dificultades técnicas para implementar la inscripción automática, a lo que se sumaba el temor a la incertidumbre política que generaría la ampliación del padrón electoral.
Hasta que, en parte por la presión de algunos líderes de opinión de todos los sectores que reclamaban por la demora, aludiendo entre otras cosas al incumplimiento de una promesa de campaña, las autoridades optaron por acelerar al máximo su tramitación.
Tal como lo plantearon los jefes de los senadores de la Alianza en el Comité Político del lunes 28 de noviembre, las circunstancias hacían necesario no seguir postergando el debate, para lo cual incluso solicitaron que se le pusiera discusión inmediata en el Congreso.
Con la preocupación de que los plazos establecidos por el Senado cuando la aprobó, hacían prácticamente imposible que la reforma pudiera regir para las elecciones municipales del próximo año, el tema se zanjó es misma noche.
Fue en una reunión en la que participó el propio presidente Sebastián Piñera, con su equipo político, más otros ministros como Pablo Longueira o Andrés Allamand, donde se acordó que, tratándose de un compromiso de campaña no se podía dilatar más la discusión, menos si además, la reforma respondía a parte de las demandas ciudadanas que reclamaban por falta de participación.
Con la determinación de ponerle discusión inmediata, la tramitación adquirió otro ritmo, al aprobarse ese martes en forma unánime en las comisiones unidas de la Cámara, con lo que no debería haber ningún obstáculo para que tanto la inscripción automática como el voto voluntario, puedan regir en los comicios de 2012.
El temor de los políticos
La incertidumbre por la incorporación de 4 millones 700 mil potenciales nuevos electores -que es el cálculo que entregó el Servicio Electoral- le ha preocupado no sólo al gobierno o el oficialismo, sino también al resto de los políticos que no desconocen que puede afectarles.
Como son ellos mismos los que deben aprobar los cambios, la prueba de que les inquieta, es que no sólo se demoraron años en sacar adelante la reforma constitucional que los estableció en 2009, sino que la tramitación de las normas para que ésta pudiera regir, no era un tema que pareciera urgir a los parlamentarios.
Durante el transcurso de todo este debate, quienes se han mostrado más renuentes a la reforma han sido algunos representantes tanto de la UDI como de RN, basándose en que los datos de quienes no están inscritos indican que, fundamentalmente, o son menores de 30 años o de sectores populares, donde no está el grueso de su electorado.
Una aprensión que, sin embargo, fue desapareciendo, al conocer estudios que manejan en La Moneda, que dan cuenta que no necesariamente sería el sector más afectado.
De hecho, los temores son similares en la Concertación, al punto que algunos de sus parlamentarios reconocen que la insistencia de tramitar de manera simultánea el voto de los chilenos en el exterior, era una puerta de escape para rechazar la reforma en su conjunto.
Como ello no ocurrió al separarse los temas, los parlamentarios opositores debieron allanarse a aprobarla, aun cuando, sobre todo personeros de la DC, admiten que -influidos por estudios de algunos expertos de su sector- creen que la pérdida de ascendencia entre los jóvenes, como también en zonas de menos recursos, los perjudicaría.
Con suspicacia se comenta, de hecho, que la propuesta de un grupo de diputados de ese partido para reponer el voto obligatorio, apuntaría a reinstalar todo el debate, porque un cambio como ése requeriría volver a modificar la Constitución que lo aprobó, junto a la inscripción automática.
Han sido los partidos de la izquierda de la Concertación los que se han mostrado más partidarios de la reforma, entre otras cosas, porque creen que podrían interpretar mejor las demandas de quienes se han manifestado en las calles. Pero desde las propias colectividades indican que no es tan claro un aumento importante de sus electores, porque aquellos que actualmente no están inscritos, tenderían a inclinarse por candidatos de otros grupos de izquierda o que aparezcan distantes de la actual clase política.
Pese a que parlamentarios de todos los partidos reconocen que están pendientes de los cálculos, coinciden en que es imposible tener la más mínima certeza del impacto que podría tener para uno u otro sector un cambio de esta magnitud, porque no hay cómo saber quienes, ni de qué segmentos decidirían participar o no hacerlo, con las nuevas normas.
Marcha blanca
Fue precisamente el cuadro de incertidumbre que abre esta reforma, una de las razones que consideraron las autoridades para acelerar su tramitación, al asumir que el escenario podía ser mucho más complejo si es que rigiera por primera vez en las parlamentarias y presidenciales de 2013.
En esa decisión contaron con la anuencia de los distintos sectores políticos, quienes concordaron en que era preferible aplicarla como una especie de marcha blanca para las municipales.
Uno de los aspectos en que hubo coincidencia, fue que los problemas que podría tener la aplicación de la inscripción automática no impactarían de la misma manera si es que ocurren en elecciones locales, más que en la presidencial.
Entre las principales dificultades, muchos destacan el aumento del padrón que podría haber en algunas de las principales localidades urbanas, considerando que a los no inscritos se les asignarán mesas en el lugar en que sacaron su última cédula de identidad, lo que debe estar controlado para las presidenciales donde las cifras indican que un 90% de los actuales no inscritos, acudiría a votar.
Pero además de la coincidencia en que puede ser una prueba importante para enmendar las fallas, también el acuerdo logrado para acelerar el proceso, se relaciona con la necesidad de prepararse políticamente para las elecciones de 2013 con los antecedentes que entreguen las municipales.
Cambios de estrategia
La constante indica que en las elecciones locales la participación es menor, lo que debería repetirse pese a la reforma.
Pero el fenómeno que marcará la diferencia, es que el padrón no será el mismo con el que están acostumbrados los candidatos, por lo que el desafío más importante que plantean estos cambios a quienes aspiren a un cargo, es el diseño de una estrategia con propuestas tendientes a conquistar a un electorado que no conocen.
Teniendo en cuenta que con la inscripción automática, los menores de 30 años en condiciones de votar subirán de un 8% del padrón -que corresponde a los actuales inscritos- a un 36% que son los que quedarán automáticamente en condiciones de votar, todo indica que muchos de los discursos estarán focalizados a cautivar a ese grupo, que es justamente el que menos se ha considerado en las últimas elecciones, como lo confirma la desafección que tiene con la política.
Es ésa una de las preocupaciones de los políticos, como asimismo la inclinación al cambio que expresan generalmente los jóvenes, por lo que uno de los efectos que se percibe con esta reforma, es que muchos de quienes se sienten seguros en sus cargos, posiblemente no lo están.
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