Libre competencia en Chile: transformemos el mito en realidad

Chile enfrenta hoy la oportunidad y el desafío de avanzar hacia el desarrollo. Y como dijo un reconocido economista en una columna anterior, ya no bastan las fórmulas del pasado para seguir creciendo. El salto al desarrollo está hoy en manos de los emprendedores y, para ello, hace falta profundización en los niveles de competencia existentes en algunos mercados.



Ese trabajo recae principalmente en el Estado, que es el responsable de fiscalizar e impedir que las asimetrías de poder y de información se traduzcan en una traba para el emprendimiento.

La competencia genera más emprendimiento e innovación, y legitima el talento de quienes aportan valor a la economía del país. Para ello, es imperativo forjar un clima amigable y expedito para los entrantes, generando políticas que les permitan competir con las grandes empresas, que tienen cautivo el mercado.

El gobierno ha promovido iniciativas legales para mitigar las barreras que frenan la entrada de competidores, como el Sello Pro Pyme y el Sernac Financiero, pero no han sido suficientes. Iniciativas como estas, amplían el perímetro regulatorio de las autoridades, cosa que los consumidores celebramos, sin embargo, hay que hacerlo sin trabar la competencia y la innovación. En esto, el TDLC juega un rol importantísimo. Un Chile emprendedor requiere de una actitud activa de protección de la competencia, que se plasme en cada política pública vigente. Y eso incluye castigar a las empresas que se niegan a competir.