Bandeja de salida

La columna de J.J.Jinks: El Topo

Los agentes de Le Carré -quien murió esta semana- pocas veces brillaban, pero siempre ponían por delante su visión de Estado. En Chile tenemos el caso de congresistas que cumplen con lo primero, pero no con lo segundo. Esta semana el diputado de Renovación Nacional Gonzalo Fuenzalida sintió que era importante comunicarle al país que él desconfiaba de las vacunas desarrolladas contra el Covid-19 y que por tanto no se iba a vacunar. Cuesta entender tamaña irresponsabilidad.

  • T+
  • T-

Compartir


Su madre lo abandonó a los cinco años y su padre fue un estafador de poca monta que pasó más años adentro que afuera de la cárcel. Un comienzo duro para quien luego de pasar por Oxford y por el exclusivo Eton como profesor se convirtió en espía. Los primeros años como parte de MI5, servicio de inteligencia interno británico, y luego se trasladó a la reputada y temida agencia exterior, conocida mundialmente como MI6.

Esta semana murió John Le Carré el más grande escritor de novelas de espionaje y quien retrató brillantemente los años de la Guerra Fría. No estamos hablando sólo de un género menor de la literatura, Phillip Roth decía que "El espía perfecto" era la mejor novela de habla inglesa en la segunda mitad del siglo XX. Probablemente exageraba, pero no es poca cosa.

El paso desde el MI6 hacia la escritura como actividad principal se produjo luego de la aparición de la célebre novela El espía que surgió del frío, donde la convivencia entre estos dos mundos se hizo insoportable. Los servicios secretos británicos nunca le perdonaron a Le Carré (o David John Moore Cornwell, su verdadero nombre) el que los retratara como grises burócratas desprovistos de épica y heroísmo.

La inteligencia a toda prueba del agente Smiley, uno de los personajes favoritos en las novelas de Le Carré, no alcanzaba a compensar su falta de glamour poniéndolo en las antípodas del ícono del espionaje británico que era James Bond y su licencia para matar. Es probablemente lo que nunca les gustó al MI6 la clave del éxito mundial de las novelas del escritor británico. La combinación de humanidad, espesor de los personajes y la sensación permanente del lector de estar frente a hechos creíbles y por tanto posibles son los cimientos de su fama internacional.

Los agentes de Le Carré pocas veces brillaban, pero siempre ponían por delante su visión de Estado. En Chile tenemos el caso de diputados que cumplen con lo primero, pero no con lo segundo. Esta semana el diputado de Renovación Nacional, Gonzalo Fuenzalida, sintió que era importante comunicarle al país que él desconfiaba de las vacunas desarrolladas contra el Covid-19 y que por tanto no se iba a vacunar. Cuesta entender tamaña irresponsabilidad en tiempos que el virus ha causado tanta muerte, pobreza y angustia en la población.

Por supuesto el parlamentario puede pensar como quiera y vacunarse si quiere, pero en su rol de autoridad pública creo que no tiene derecho a esparcir sus temores sin base alguna al resto de los chilenos.

El Topo es para muchos la mejor novela de Le Carré, un agente soviético infiltrado en una posición de alto rango dentro de las filas británicas. Hoy las encuestas en Estados Unidos señalan que habría hasta un 40% de la población renuente a vacunarse, lo que naturalmente crea un problema serio de salud pública y un desafío mayor a las autoridades en todo el mundo. Tenemos suficientes problemas de credibilidad de nuestras autoridades como para que en un tema tan delicado la ignorancia nos tenga infiltrados con su propio topo.

Lo más leído