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Anthony Fauci “Estamos viviendo la tormenta perfecta”

El franco científico nos habla sobre cómo mantiene la paz con Trump y de la búsqueda de una vacuna contra el Covid-19.

Por: Financial Times | Publicado: Sábado 1 de agosto de 2020 a las 04:00 hrs.
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Escucho a Anthony Fauci antes de verlo. Fuera de la vista de nuestra videollamada, le pregunta a su asistente técnico: “¿Ya limpiaste la mesa?” El asistente, que ya ha limpiado con una solución desinfectante la silla del científico de 79 años, se apresura a desinfectar el escritorio. El principal asesor del grupo de trabajo de coronavirus de la Casa Blanca no puede darse el lujo de enfermarse.

De todos los trabajos poco envidiables que existen durante esta pandemia, quizás el Dr. Fauci tiene el más complicado. Es un destacado científico de salud pública en un mundo que desconfía cada vez más de los expertos; un afable humanista, como él mismo se describe, en una sociedad en la que las frases cortas y memorables reciben más difusión que los buenos consejos. Después de 36 años como director del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas de Estados Unidos, enfrenta un desafío que eclipsa incluso las epidemias con las que ha luchado anteriormente, el SIDA y el SARS.

Ahora, Fauci trabaja para su sexto presidente: Donald Trump. El presidente ignora sus consejos -se niega a ponerse una mascarilla y participa en mítines- y, según me dice Fauci, ni siquiera se ha reunido con él desde hace más de un mes. Me parece que a Trump le preocupan más las encuestas presidenciales y los datos económicos que el creciente número de casos en el país más afectado por el Covid-19 en términos de casos confirmados y muertes.

Nos reunimos conforme la situación se vuelve aún más grave. Los abarrotados hospitales en Houston están empezando a parecerse a los de Nueva York en abril, mientras que áreas de estados como Texas, California, Arizona y Florida están comenzando a cerrarse nuevamente.

“No creo que sea una exageración decir que tenemos un problema grave en este preciso momento”, dice Fauci, con un acento matizado por su Brooklyn natal. Le advirtió al congreso a fines del mes pasado que el número de casos nuevos podría aumentar a 100 mil por día. “Lo que me preocupa es la pendiente de la curva”, explica, usando sus dedos para trazar una tabla en el aire. “Todavía parece ser exponencial”.

Fauci entró en pantalla sentándose en una silla acolchada beige de su oficina en Bethesda, Maryland, vestido con camisa azul y corbata. Enérgico a pesar de sus años, tiene aún más arrugas y canas que Brad Pitt, quien lo interpretó en Saturday Night Live, una señal de su repentina popularidad entre los estadounidenses que anhelan un liderazgo sobrio.

Muestra en cámara su sándwich de pavo y queso provolone. “¡Destruiste mi rutina!”, dice bromeando.

Fauci normalmente no almuerza, pues pasa sus 17 o 18 horas de trabajo apenas con el desayuno, antes de regresar a casa para cenar. Como me preocupaba que éste fuera un almuerzo sin almuerzo, lo conminé a almorzar mediante un mensaje de texto el día anterior. Me emociona que se haya tomado el tiempo para hacer su propio sándwich en la mañana antes de salir a trabajar.

Fauci, agitando la mitad del sándwich en una mano, me dice que el problema es que muchos estados comenzaron a abrirse antes de que sus casos se redujeran a un nivel básico en el que los nuevos casos pudieran rastrearse fácilmente. “Creo que debemos darnos cuenta de que algunos estados actuaron de forma prematura. Otros estados lo hicieron correctamente”, dice. “Pero los ciudadanos ignoraron las orientaciones y decidieron que irían a los bares e irían a congregaciones de multitudes y celebraciones”.

Teme que el país no va a responder muy bien a un nuevo confinamiento. Piensa que las autoridades de salud necesitan transmitirles el mensaje a los jóvenes en particular de que no se encuentran “en un vacío”, donde su enfermedad sólo los afecta a ellos.

 La creciente desconfianza en los expertos hace que todo sea más difícil. “Ése es un problema real. No podemos escapar de eso”, dice. Es cierto que Fauci se ha ganado una base de admiradores que están comprando camisetas, tazas y muñecos cabezones con su imagen, pero también ha recibido el menosprecio e incluso amenazas de muerte de parte de personas que creen que el coronavirus es un engaño.

EEUU siempre ha valorado los derechos individuales, dice, pero advierte que esto podría dificultar la lucha contra la pandemia, incluso cuando tengamos una vacuna. “Nuestros antepasados tuvieron el valor para venir en barco desde Europa y otros lugares. Ése es el espíritu general: no siempre confías en la autoridad”, dice. Ahora esto se ha llevado a un “extremo”, pues hay un movimiento contra la ciencia y la autoridad que ayuda a formar “la base del movimiento antivacunas, que no confiamos en lo que el gobierno nos está diciendo. Eso es muy, muy problemático en este momento”.

Fauci vio por última vez a Trump en persona en la Casa Blanca el 2 de junio y dice que no ha tenido una reunión informativa con el presidente durante al menos dos meses. Me dice esto en un tono práctico, pero sospecho que finge su indiferencia. Mientras Trump celebra eventos potencialmente superpropagadores, Fauci se reúne con el grupo de trabajo encabezado por el vicepresidente.

Dice que está “seguro” de que sus mensajes se transmiten, pero evidentemente Trump no los escucha. El 4 de julio, el presidente declaró que el 99% de los casos de Covid-19 eran “inofensivos”. Stephen Hahn, comisionado de la Administración de Medicamentos y Alimentos de EEUU, se negó a decirle a CNN si esto era correcto o incorrecto. Así que intento preguntarle a Fauci: “¿Trump está equivocado?”

Se ríe, y desvía el tema diciendo que es “la pregunta famosa”. Fauci intenta explicarlo como un error accidental, y no como parte del patrón del presidente de intentar restarle importancia a la pandemia. “Estoy intentando averiguar de dónde sacó el presidente esa idea. Lo que creo que sucedió es que alguien le dijo que la mortalidad general es de alrededor del 1 por ciento. Y por eso interpretó que el 99% no es un problema, cuando obviamente ése no es el caso”, dice.

De hecho, Fauci cree que parte de la “confusión extrema” sobre el virus se debe a que afecta a las personas de formas muy distintas, desde los asintomáticos hasta los pacientes que requieren respiradores. “Nunca he visto un virus o un patógeno que tenga una gama tan amplia de manifestaciones”, dice. “Incluso si no te mata, incluso si no te manda al hospital, puede enfermarte gravemente”.

Cuando tose en un momento inoportuno, bromea: “Eso no es Covid-19, es mi sándwich”.

Fauci tiene que escoger sus palabras cuidadosamente. En una entrevista con la revista Science en marzo, dijo que cuando Trump comete un error, prefiere que los asesores de Trump lo corrijan para la próxima vez. Dijo: “No puedo ponerme frente a él y arrebatarle los micrófonos”. Me dice que este comentario provocó una “pelea”.

Parece que Trump a veces ha perdido la paciencia con Fauci. A principios de mayo, la Casa Blanca impidió que testificara ante el congreso, aunque se ha presentado para responder preguntas más recientemente. Ahora, se informa que la Casa Blanca le impide aparecer en televisión.

“Tengo la reputación, como probablemente ya sabrás, de decir la verdad en todo momento y no dorar la píldora. Y quizás ésa sea una de las razones por las que no he estado mucho en televisión últimamente”, dice.

Fauci puede ser tajante, pero claramente también intenta contenerse, pues cree que podrá influir mucho más en el curso de la pandemia si mantiene su empleo.

Me pregunto cuándo tiene la responsabilidad de arrebatar los micrófonos. La descabellada sugerencia de Trump de que inyectar desinfectante podría ayudar a tratar el Covid-19 parece haber afectado la salud pública. Una encuesta de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EEUU reveló que cerca de una de cada tres personas lo ha estado utilizando de forma imprudente para intentar protegerse contra el Covid-19, incluyendo su ingestión o aplicación sobre la piel. Le pregunto a Fauci: ¿ha hablado sobre por qué esto no es sensato?

“Yo no estaba presente cuando sucedió”, dice, lo cual me parece una mala excusa. “La Dr. Birx pasó el mal rato porque estuvo presente cuando él dijo eso”.

Deborah Birx, otra importante doctora del grupo de trabajo de coronavirus, explicó posteriormente los comentarios del presidente diciendo que él “todavía estaba procesando” esa nueva información sobre el poder del desinfectante cuando habló con la prensa.

Fauci estudió los clásicos junto con sus estudios de pregrado de medicina. Es un científico consumado, y ha publicado más de 1.300 artículos, pero le interesa igualmente cómo dirigir e involucrar a las personas con su mensaje. Los clásicos lo ayudaron a comprender “la especie humana”, dice.

Su trabajo durante la crisis del SIDA le valió elogios de ambos presidentes Bush. Al principio, varios activistas acusaron a Fauci de ser un asesino porque el gobierno se demoró en la búsqueda de tratamientos. Pero se hizo amigo de algunos, incluyendo el fallecido dramaturgo Larry Kramer, cuando los reclutó. Respondió a sus campañas y creó un programa para darles a los pacientes con VIH y SIDA acceso a medicamentos no aprobados, incluso mientras se desarrollaban los ensayos clínicos.

En un debate presidencial en 1988, Bush padre describió a Fauci como uno de sus héroes. Le pregunto a Fauci si cree que Trump haría lo mismo. Se reclina en su asiento soltando una carcajada que le sale de las entrañas.

“Qué pregunta tan capciosa es ésa”, dice. Pero rápidamente encuentra la respuesta diciendo la verdad, pero manteniendo la paz. “Sabes, es impredecible saber qué hará”, responde.

El “trabajo diario” de Fauci es dirigir el instituto de US$ 6 mil millones que está buscando una vacuna que pueda poner fin a la pandemia. Le pido un plazo realista para una vacuna. Él dice que cree que “salvo cualquier problema técnico, o baches u obstáculos en el camino”, podría estar lista una para fin de año. Es un plazo que otros expertos han calificado de optimista.

La operación Warp Speed del gobierno estadounidense se ha asociado con varias compañías, incluyendo Johnson & Johnson, Moderna y Novavax, para ayudar a financiar ensayos clínicos o fabricación. Este financiamiento debería acelerar el proceso, pero también podría exacerbar las tensiones internacionales sobre quién recibe primero una vacuna. ¿Debería EEUU ser el primero porque está invirtiendo miles de millones de dólares?

“No es que tengamos un control total del mercado”, insiste Fauci. “Estoy totalmente a favor de promover el éxito de múltiples candidatos. El mundo necesita varios éxitos, para que diferentes compañías puedan usar sus recursos para producir vacunas que se pongan a disposición en todo el mundo y no sólo para los países ricos”.

El proteccionismo estaba en aumento antes de la pandemia. Hablamos el día antes de que Trump le escribiera a la Organización Mundial de la Salud (OMS) para comenzar a retirarse oficialmente, aunque la medida estaba en proceso. Fauci ha trabajado con la OMS a lo largo de su carrera y cree que es una “organización imperfecta” que ha “cometido errores en el pasado”, pero no quiere criticar sus acciones durante la pandemia de Covid-19, y lamenta como algo “realmente desafortunado” la tensión entre la organización y el gobierno estadounidense.

Incluso a nivel doméstico, hay dudas sobre si una vacuna sería asequible para los más de 27 millones de estadounidenses sin seguro médico. Fauci está seguro de que todos tendrán acceso, pero los detalles no se han solucionado aún.

“Nos aseguraremos de negociar un precio razonable”, dice. Sin embargo, existe una brecha enorme entre lo que las compañías farmacéuticas consideran razonable y lo que los pacientes se sienten capaces de pagar. La semana pasada, Gilead valoró su medicamento remdesivir para el Covid-19 en US$ 2.340 por un ciclo de tratamiento en un país desarrollado. A los analistas de Wall Street les sorprendió que Gilead le pusiera un precio tan bajo, y a los activistas les sorprendió que su precio fuera tan elevado.

La prisa por otorgarle autorización de emergencia a la hidroxicloroquina, un medicamento antipalúdico, como tratamiento para la enfermedad, a pesar de los importantes efectos secundarios, ha hecho que existan algunas preocupaciones de que se pueda acelerar la aprobación de una vacuna. La autorización de emergencia de la hidroxicloroquina ha sido revocada.

Fauci dice que el proceso debe ser transparente para recuperar la confianza. Me dice que el gobierno ya está comenzando a colaborar con la comunidad para enseñar la importancia de la vacuna. En particular, le preocupan los grupos minoritarios -entre ellos los latinos, los afroestadounidenses y los nativos americanos- que son más vulnerables al Covid-19 pero también más desconfiados “porque han sido maltratados por las autoridades durante mucho tiempo”.

“Tenemos que intentar -por todos los medios- establecer una relación con muchas comunidades. Porque si algo no queremos es una vacuna que proteja a las personas que no son tan vulnerables como las que queremos proteger”, dice.

Fauci admite que no estaba preparado para que Brad Pitt lo interpretara, pero comprende por qué se ha vuelto popular la Faucimanía. “Yo creo que el país, en un momento muy estresante, necesitaba un símbolo de alguien que dice la verdad, lo cual es algo que hago”, explica.

Sin embargo, grandes porciones del país no quieren escuchar la verdad. Algunos funcionarios de salud pública a niveles regionales y locales han renunciado después de las amenazas de violencia por parte de opositores que se consideran luchadores por la libertad, y se resisten a acatar las normas sobre el uso de mascarillas y el distanciamiento social.

Fauci se pone más serio mientras habla sobre el impacto en sus seres queridos: “He recibido amenazas de muerte. Mi familia, mi esposa y mis hijos han sido objeto de acoso. Eso me obligó a utilizar protección de seguridad por un tiempo”.

¿Se jubilará cuando esto termine? “Me jubilaré cuando perciba, o las personas cercanas a mí perciban, que no estoy al 100%. En este momento, no he perdido nada de mi energía”, dice.

Antes de dirigirse a una reunión informativa del grupo de trabajo de coronavirus esa tarde, donde le espera una discusión “intensa” sobre los repuntes en los estados, me da un mensaje absolutamente categórico. Quiere que sepa que esta pandemia es verdaderamente “la grande”. El Covid-19 combina los peores elementos de epidemias anteriores. “Tenemos un virus aleatorio que ha saltado de una especie a otra, de un animal a un humano, y que es espectacularmente eficiente en propagarse de humano a humano, y tiene un alto grado, en términos relativos, de morbilidad y mortalidad”, dice. “Estamos viviendo la tormenta perfecta ahora mismo”.

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