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Piñera en las horas clave de la conformación de su gobierno

El presidente electo enfrenta un escenario favorable ad portas del nombramiento del gabinete: desde Washington se desinfló el conflicto del Banco Mundial y la visita del Papa generó un clima de cierta amistad cívica.

Por: Rocío Montes | Publicado: Viernes 19 de enero de 2018 a las 04:00 hrs.
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Este jueves en la tarde finalizó la visita del Papa Francisco a Chile. Con el despegue del avión desde Iquique a Lima –la segunda parada del Sumo Pontífice–, finalizaron las casi 70 horas en que las miradas y el debate del país se concentró en la presencia, mensajes, gestos y polémicas de Bergoglio en suelo nacional. ¿Qué tiene que ver con política local? Entre otros asuntos, la visita del Papa era el punto de inflexión en el diseño de Sebastián Piñera para terminar de definir y anunciar al que será el primer gabinete de su segunda administración.

El Papa despegó y muchos de los “papables” de Piñera se aseguraron de tener sus celulares cargados y disponibles para recibir “el” llamado. Si ha contactado a algunos, es un misterio que se maneja con total hermetismo. Lo que está claro, sin embargo, es que las horas clave de la definición se dieron en un contexto favorable para el mandatario electo.

Primero –hay que marcarlo–, está el aparente desenlace de la polémica generada por el economista jefe del Banco Mundial, Paul Romer.

Su nombre se instaló con fuerza el pasado sábado cuando el Wall Street Journal publicó críticas de Romer al índice Doing Business, asegurando que los cambios metodológicos introducidos en el último tiempo habían afectado a ciertos países, en particular a Chile, durante el gobierno de Michelle Bachelet. Esta caída en el ranking –según indicó el periódico estadounidense en el mismo artículo–, se habría explicado en motivaciones políticas de funcionarios del Banco Mundial. Es decir, se habría querido afectar artificialmente la imagen de Chile, para criticar las políticas económicas del gobierno actual. Romer, incluso, pidió disculpas.

Resulta evidente que las declaraciones de Romer daban sustento a las quejas al actual oficialismo chileno, porque habría sido un hecho de gravedad. Pero la herida de la aplastante derrota electoral está lejos de cerrar en la centroizquierda y este hecho ayuda a explicar lo que hoy aparece como una reacción algo visceral de parte del Ejecutivo y sus ministros de mayor importancia. La presidenta Bachelet parecía víctima de una conspiración internacional y, en paralelo, se comenzaba a instalar la sospecha de que una especie de mano negra de la derecha habría incidido en la caída de Chile en el índice para favorecer argumentalmente el discurso de Chile Vamos en contra de políticas como la reforma tributaria y el manejo económico de la actual administración.

Al margen de que transversalmente los expertos en Chile desestimaron alguna incidencia del Doing Business en las cifras de la economía –el propio presidente del Banco Central, Mario Marcel, aclaró los efectos de la medición– , el asunto podría haber sido el primer escándalo para el gobierno entrante. En Apoquindo 3000, por lo tanto, respiraron con alivio cuando el propio Banco Mundial tomó distancia y desautorizó a Romer, primero, y cuando luego el propio economista se retractó de sus dichos en WSJ.

 Aunque probablemente nunca se despejen del todo las razones que llevaron a Romer a desdecirse tres días después de la publicación, el escándalo del Banco Mundial habría empañado un anuncio de vital importancia para Piñera: la identidad de los miembros de su equipo de gobierno. Pero fue en Washington –no en Chile– desde donde aparentemente se desinfló el conflicto.

Buscando paz cívica

Un segundo elemento favorable en la etapa previa al gabinete de Piñera tiene relación con la visita del Papa, pese a que quedará en el registro que Francisco no se reunió en privado con el Presidente electo, como parecían ser las intenciones del futuro mandatario. 

La presencia del Sumo Pontífice en el país generó un clima de amistad cívica y de cierto espíritu republicano entre los políticos, que ayuda al futuro presidente en esta etapa. Invitado a La Moneda y luego a la Universidad Católica, se pudo ver a Piñera junto a figuras como Ricardo Lagos y este tipo de gestos favorecen el esmero que ha puesto el empresario en tender puentes con la futura oposición.

Adicionalmente y casi en paralelo a la partida de Francisco, Piñera se reunió este jueves con Alejandro Guillier, quien fuera su rival directo en la presidencial. El encuentro, que fue sucedido por declaraciones cuyo concepto central fue la “colaboración”, se suma a la casi interminable secuencia de ministros de Bachelet definiendo el traspaso con el propio Jefe de Estado electo. Estos gestos de lado y lado, hasta ahora hablan de un cambio de color político poco traumático, sin mayores dramas.

Aunque parece claro que las prioridades del primer año de gobierno tienen relación con la reactivación económica, las pensiones y los problemas de la  infancia vulnerable, esta semana se conoció la primera fecha importante de la administración entrante: entre el 19 y 28 de marzo –una semana después de asumir el mando– se realizarán en La Haya los alegatos orales por la demanda marítima boliviana.

Como sucedió hace poco más de cinco años con los alegatos por el litigio Chile-Perú –diciembre de 2012– esta liturgia leguleya concentrará la atención del arranque del Ejecutivo de Piñera. Aunque son pocos los que se salen de la línea oficial, e históricamente las relaciones exteriores se han asumido en el país como política de Estado, las susceptibilidades estarán a flor de piel y pondrán a prueba a la nueva administración respecto de si cae en la tentación de criticar, cuestionar o respaldar lo hecho hasta el momento. A diferencia de lo que ocurrió con Chile y Perú –en que la etapa completa de demanda, preparación de la defensa, alegatos y fallo cruzó a dos administraciones–, en este caso el peso total recae en el gobierno saliente.

La Haya, sin embargo, es también una oportunidad clara para el gobierno de Piñera: puede aglutinar a todos los sectores de la política en torno a un tema que cuenta con el respaldo transversal y puede capitalizar el siempre esquivo respaldo ciudadano con un tema en que los descolgados son los menos. 

El ajedrez

 Hace ocho años el gabinete anunciado por Piñera sorprendió a muchos con la inclusión casi mayoritaria de nombres ajenos a la política. En esta ocasión sería diferente y los partidos estarían mayormente considerados, al margen de la molestia del propio presidente electo por una supuesta sobreoferta de nombres.

 Pero este nuevo gabinete, ¿tendrá grandes sorpresa?¿Habrá repetición de platos?¿Será una mezcla entre los nuevos y los de siempre?

A Piñera –como a todos los presidentes– no le gusta ser “pauteado”. En las decisiones de envergadura, como en el nombramiento de su equipo, busca mostrar quién es realmente el que tiene el poder. Pero a pocos días de que se devele el misterio –entre lunes y miércoles debieran conocerse los ungidos, aunque no se descartan cambios de última hora en el cronograma–, las apuestas hablan de un equipo político sin grandes sorpresas.

La tensión se concentra, sobre todo, en el Comité Político.

Se habla de que en Interior quería nuevamente a Andrés Chadwick, el hombre fuerte del piñerismo. Ex senador, ex vocero, jefe de gabinete del primer gobierno y primo hermano del mandatario electo, por Chadwick pasan las grandes decisiones. En la primera administración, dejó el Senado a mediados de 2011 para asumir en la Segegob, primero, y luego reemplazó a Rodrigo Hinzpeter. Su aterrizaje en Palacio permitió en esa época a Piñera ordenar al oficialismo y relevar el peso de los políticos por sobre el de los técnicos. Jugando un papel central en la campaña, retomaría su mismo cargo.

En la Secretaría General de la Presidencia (Segpres), las apuestas señalan que Piñera ubicaría a Hernán Larraín Fernández, que luego de 24 años no repostuló al Senado por el Maule Sur.

Larraín fue el primer militante UDI en ser elegido presidente de la Cámara Alta entre 2004 y 2006. Aunque ha sido una de las figuras históricas del gremialismo, en el Legislativo se le reconoce como un buen negociador y un político que busca acuerdos, cualidades especialmente valoradas en un escenario como el actual, en que ningún sector cuenta con mayoría absoluta en el Congreso.

La llegada del ex timonel de la UDI a esta cartera relegaría a uno de los nombres que se repite como candidato para el cargo, el de Gonzalo Blumel. El ex jefe de la División de Estudios de la Segpres y actual coordinador programático de la futura administración cuenta con la confianza total del mandatario electo y es quien mejor conoce la hoja de ruta del gobierno entrante. Por lo mismo, también se le sindica como el futuro jefe de asesores del Presidente, en un diseño que consideraría un “segundo piso” influyente y operativo.

Como Piñera debe cuidar los equilibrios –no solo políticos, sino también de género considerando que hace años que en La Moneda se acostumbra a contar con la presencia de una mujer fuerte en el equipo–, en la oposición se repite que la vocería quedaría radicada en RN. Específicamente en una militante de ese partido. Por esta razón y porque conoce el oficio y al mandatario, Cecilia Pérez aparece con altas opciones de repetirse en el cargo, aunque al mismo tiempo se la nombra en carteras como Sernam o Deportes.

No queda mucho para que se devele el mayor misterio político del verano. Algunos días, algunas horas…

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