País

La primera gran prueba que debe enfrentar el gobierno de Gabriel Boric

Es un hecho inédito en democracia un ataque de este tipo a un ministro -ni en La Araucanía ni en otro lugar del país- y complica uno de sus diseños centrales ante uno de los grandes problemas de Chile: la apuesta por enfrentar la violencia en el sur con diálogos y sin militares.

Por: | Publicado: Miércoles 16 de marzo de 2022 a las 04:00 hrs.
  • T+
  • T-
La ministra Siches anunció nuevos viajes a la zona, una desescalada militar y mayor presencia del Estado, con prestación de servicios públicos.
La ministra Siches anunció nuevos viajes a la zona, una desescalada militar y mayor presencia del Estado, con prestación de servicios públicos.

Compartir

 

Imagen foto_00000003
Rocío Montes

Lo ocurrido ayer en La Araucanía, en el primer gran despliegue del Gobierno de Gabriel Boric en la zona, no tiene precedentes en democracia, porque se trata del primer ataque a un ministro del que se tenga recuerdo desde 1990 a la fecha. Sucede tempranamente, a los cuatro días del Ejecutivo recién asumido, y en un asunto central para la actual administración: la apuesta de abordar la crisis en la zona –probablemente el mayor desafío actual de Chile– mediante el diálogo y la desmilitarización. Es la primera gran prueba de fuego para La Moneda actual, que luego de lo sucedido camino a Temucuicui –disparos al aire, cortes de ruta, barricadas y mensajes de amedrentamiento– se mantiene en sus planes de no convocar a un nuevo estado de emergencia el próximo 26 de marzo, cuando termine la medida decretada por el gobierno anterior.

Imagen foto_00000002

Es un hecho de máxima gravedad, que inmediatamente provocó la reacción de las autoridades políticas del país, y que dejó al descubierto varios asuntos. De partida, el complejo choque de realidad para un gobierno y una ministra del Interior y Seguridad Pública que aspiran a cambiar rotundamente el paradigma con que se ha tratado el conflicto en La Araucanía y regiones aledañas desde fines de los años noventa. Sobre la mesa queda una pregunta rondando el ambiente: si efectivamente hubo los resguardos de seguridad necesarios para llegar a un lugar, Temucuicui, en la comuna de Ercilla, donde ni la policía puede ingresar sin problemas (en enero de 2021, murió un funcionario de la PDI que participaba de un allanamiento en la comunidad mapuche, entre otros muchos hechos de violencia que han ocurrido en el lugar).

Han trascendido las recomendaciones que Carabineros le hizo a Siches y a sus equipos sobre la peligrosidad de esta zona roja que la secretaria de Estado no habría tomado en cuenta, porque decidió ir con su escolta, policías de civil y sin vehículos blindados. Tanto la ministra del Interior como la vocera, Camila Vallejo, rechazaron que haya sido una gira improvisada –como opinó el propio padre de Camilo Catrillanca, que iba liderando la comitiva de Siches–, pero fue desde el propio bloque Apruebo Dignidad donde emergió la autocrítica. La diputada comunista Karol Cariola, muy cercana a Boric y a su primer anillo de poder, aseguró tras los hechos: "No hay que pecar de confiados, porque acá hubo evidentemente situaciones que no se previeron".

En La Moneda, al menos en las primeras declaraciones de Vallejo, se tildó lo ocurrido como una intimidación.

Al margen de la discusión sobre una eventual imprudencia, arrogancia, excesivo ímpetu y falta de experiencia –se trata de una administración marcada por la juventud y sin mayor bagaje en un Gobierno, salvo excepciones–, existe un asunto crucial que tiene relación con el modo de hacer política. En el mundo mapuche se recuerda que, en el segundo gobierno de Michelle Bachelet, el entonces intendente de La Araucanía, Francisco Huenchumilla, se llegó a reunir con la comunidad Temucuicui. Pero se explica en paralelo que sucedió luego de un largo proceso de diálogo y restablecimiento de las confianzas, en un camino que se abre lentamente y que, en ocasiones, lleva mucho tiempo. Es lo que parece difícil de imaginar que haya sucedido con la ministra Siches, recién asumida. Es efectivo que goza de un alto capital político y mucha popularidad, pero para el mundo mapuche no se trata de un asunto de progresismo ni de conservadores: la llegada de Siches y de su comitiva era, finalmente, la llegada del Estado de Chile, con el que se libra un conflicto histórico que solo se ha acrecentado en los últimos años.

El año pasado hubo al menos 1.200 atentados y se han registrado ocho homicidios en los primeros tres meses de este 2022.

El Gobierno tenía poco espacio para tomar una decisión distinta a la anunciada ayer, luego del ataque violento a la comitiva de la ministra, es decir, mantener su plan. Siches anunció nuevos viajes a la zona, una desescalada militar y mayor presencia del Estado, con prestación de servicios públicos. Claudicar a los cuatro días de asumir en La Moneda no estaba dentro de las posibilidades, por lo que representaría para el resto de la administración no solo con respecto a La Araucanía, sino en relación a su fuerza para conducir el país en los próximos cuatro años, cargado de desafíos en diferentes ámbitos. En medio del grave incidente, sin embargo, aparece una oportunidad que solo podría tener buen final con un manejo político impecable y prudente: que a raíz de los hechos ocurridos este martes en Temucuicui, el gobierno logre aislar a los grupos violentos y capture las confianzas de aquellas comunidades dispuestas a abrir una conversación amplia con la Administración actual.

La Araucanía no pertenece a los bastiones de Boric. En la segunda vuelta presidencial, José Antonio Kast le ganó al actual presidente por un 60% contra un 39%. La decisión que tome el actual mandatario y su ministra con miras al 26 de marzo, cuando se termine el estado de excepción en la zona, mostrará la habilidad política de la dupla y de sus respectivos equipos que –quizás muy prematuramente– tuvieron un estreno accidentado y peligroso en la zona roja de la llamada Macrozona Sur.

Lo más leído