Multinacionales

La cura universal

Farmacéuticas impulsan una nueva generación de tratamientos para adaptarse a los cambios en el mercado global, más masivo y con crecientes presiones para rebajar los precios.

Por: Renato García J. | Publicado: Viernes 7 de abril de 2017 a las 04:00 hrs.
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A comienzos de marzo, las acciones de la farmacéutica Cyclacel se dispararon 64% en la bolsa, luego de que su agente anti cancerígeno CYC065 mostrara un desempeño prometedor en sus primeras pruebas clínicas. A fines de ese mes, el valor de Vertex dio un salto de 20% luego de que el laboratorio anunciara que su nuevo tratamiento para la fibrosis quística superó la última etapa de ensayos. Casi en paralelo, los accionistas de Sanofi, celebraban que la francesa recibió el visto bueno para su nueva medicina para un tipo severo de eczemas.

Para los laboratorios y sus accionistas, que se juegan millonarios presupuestos en investigación y desarrollo, la aprobación de nuevas líneas de productos es fundamental para su operación y para asegurar un flujo sostenido de ingresos.

Para Roche, por ejemplo, la aprobación de Ocrevus, el primer tratamiento para una forma severa de esclerosis múltiple, le permitirá ingresar a un segmento que moverá cerca de US$ 24 mil millones anuales para 2020. Vertex, en tanto, confía en que Kalydeco le abrirá la puerta a un mercado de 70 mil personas que padecen la enfermedad pulmonar en todo el mundo. Y Sanofi espera estar facturando cerca de US$ 2 mil millones anuales en los próximos tres años con Dupixent, con el que está apuntando a un público de más de 300 mil personas tan sólo en EEUU.

Los laboratorios, que están bajo una constante presión para recortar sus precios, están viendo una profunda transformación de su mercado, provocada por cambios demográficos y económicos, con el progresivo envejecimiento de la población mundial y el surgimiento de una gran clase media en enormes regiones del planeta, que cuenta ahora con mayores recursos para gastar en salud y mejorar su calidad de vida. Un creciente grupo de adultos mayores, que viven más tiempo y se mantienen más activos por más tiempo, está aumentando la demanda por tratamientos de uso permanentes, como Lipidor, el medicamento estrella de Pfizer para el colesterol, o Humira, de AbbVie, una de las medicinas más vendida en el mundo para la artritis y el reumatismo.

Estos cambios vaticinan una demanda mayor y más estable en el tiempo, que ayudaría a equilibrar las presiones de costos, lo que puede ser clave para el futuro de la industria, a medida que aumentan las presiones para que recorten los precios.

El factor Trump

En Estados Unidos, el mayor mercado mundial para productos farmacéuticos valorado en US$ 460 mil millones al año, la llegada de Donald Trump a la presidencia ha agitado las cosas. El nuevo mandatario envió las acciones de los laboratorios en picada a comienzos de año, cuando a través de su cuenta de Twitter acusó a las compañías de “salirse con la suya” con los altos precios de las recetas, sugiriendo que su gobierno usará el enorme poder de compra de las agencias federales para negociar grandes rebajas.

Para Trump, tras el fracaso en el congreso de su reforma al sistema de salud, lograr una baja en los precios de las medicinas es fundamental para demostrar que puede cumplir alguna de sus promesas de campaña más importantes, que pueden tener un efecto perceptible en la calidad de vida de los votantes.

A diferencia de la mayoría de los países, los precios de los medicamentos en EEUU no están regulados. Los ejecutivos locales se quejan de que las duras restricciones que imponen las autoridades en Europa y Canadá traspasan de manera injusta los costos a los pacientes estadounidenses, que en la práctica subsidian al resto del mundo. “Sin el mercado estadounidense, no habría sido posible la tremenda expansión en terapias innovadoras que existe hoy y que estarán disponibles en el futuro. Básicamente, lo que estamos viendo es que Europa se está aprovechando de la innovación en EEUU”, denuncia el director ejecutivo de Pfizer, Ian Read.

Para atenuar el golpe a la industria, Trump nominó a Scott Gottlieb al mando de la Food and Drug Administration (FDA), el principal regulador del sector de la salud en EEUU, con la misión de eliminar la burocracia en la agencia y acelerar la aprobación de nuevos tratamientos. Aunque la noticia fue bien acogida por los laboratorios, las compañías están tomando el anuncio con cautela, ya que la tarea de Gottlieb se enfocará en gran medida en la aprobación de productos genéricos más baratos, que aumentan la competencia y erosionan los ingresos de las grandes farmacéuticas.

Apuntando a China

Junto con EEUU, los laboratorios tienen la vista puesta en China. Aunque es el segundo mayor mercado a nivel mundial, con cerca de US$ 110 mil millones anuales, todavía representa menos de un cuarto que el líder, EEUU. Pero con una población cuatro veces más grande de casi 1.400 millones de habitantes, tiene un mayor potencial de crecimiento futuro. Y las perspectivas están mejorando a medida que el gobierno chino ajusta sus políticas a las demandas de una creciente clase media. Durante años, los pacientes chinos que podían costearlo viajaban a tratarse al extranjero o encargaban a través de Internet los ingredientes para elaborar las medicinas que no estaban disponibles en el país.

Las autoridades en Beijing, que tradicionalmente había sido muy cautelosas en aprobar nuevos productos, ahora están acelerando el paso a un ritmo sin precedentes. Tan solo en las últimas semanas el regulador de la salud en China ha aprobado la venta de Tagrisso, el medicamento de AstraZeneca contra el cáncer de pulmón, Zelboraf, la apuesta de Roche para el tratamiento de melanomas, y Gilotrif, la terapia oncológica de Boehringer Ingelheim. Los pacientes chinos ahora confían en que pronto esté disponible en su país Daklinza, de Bristol-Myers, el primer antiviral para la hepatitis C, que en el resto del mundo se comercializa desde 2014.

La nueva política de Beijing no significa, sin embargo, que todo será fácil a partir de ahora. Las autoridades están aplicando aún más presión a los fabricantes para que recorten los precios. El gobierno, que brinda cobertura básica de salud a 95% de la población, inició el año pasado negociaciones para recortar en más de 50% los precios de tres productos, como Viread, la medicina de GSK para la hepatitis, e Iressa, el tratamiento de AstraZeneca para el cáncer de pulmón.

Así, a medida que las presiones para recortar los precios siguen aumentando, la industria está apostando a que la creciente transformación del mercado podrá ayudar a equilibrar el negocio.

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