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Cómo Goldman Sachs, el “calamar vampiro” cedió su lugar a BlackRock

La influencia del grupo se extiende mucho más allá de su función como un vasto administrador de activos.

Por: Financial Times, Patrick Jenkins | Publicado: Lunes 27 de abril de 2020 a las 11:55 hrs.
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Foto: Bloomberg
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¿El mundo tiene un nuevo calamar vampiro? Hace diez años, así fue como la famosa revista Rolling Stone describió a Goldman Sachs, reflejando la forma en que el banco "extendía sus tentáculos sobre la superficie del planeta".

Durante años el sobrenombre se mantuvo. El control de Goldman sobre las finanzas globales, a través de sus propias operaciones comerciales y la influencia de sus exempleados, parecía inquebrantable. Pero a medida que la banca ha cambiado, el prestigio del gigante de Wall Street ha disminuido.

Lo contrario ocurre con BlackRock, el mayor administrador de activos del mundo. A pesar de la crisis del coronavirus, igual registró US$ 35 mil millones en flujos de entrada netos durante los tres meses hasta fines de marzo. Y fue más del doble de rentable que Goldman.

Hoy, BlackRock se encuentra entre los principales inversionistas en casi todas las compañías blue chip del mundo. Pero la influencia que tiene el grupo se extiende mucho más allá de su función como un enorme administrador de activos.

En los últimos años se ha convertido en uno de los cabilderos más vocales entre los legisladores en Estados Unidos y Europa. Al mismo tiempo, su presidente y director ejecutivo, Larry Fink, lo ha conectado al establishment de formulación de políticas, mediante la contratación de una serie de expolíticos y banqueros centrales, una especie de imagen reflejo del modelo de Goldman, que durante años ha visto a sus exempleados asumir algunos de los principales cargos de la administración de Estados Unidos y en los mayores bancos centrales del mundo.

Fink, en cambio, ha buscado contratar exempleados de estas instituciones. Philipp Hildebrand, que solía dirigir el banco central de Suiza, es el actual vicepresidente. George Osborne, excanciller de Reino Unido, es uno de sus principales asesores. También Stanley Fischer, exvicepresidente de la Reserva Federal. Friedrich Merz, el expresidente parlamentario de la CDU, fue presidente de BlackRock Deutschland hasta el mes pasado, cuando renunció para centrarse en su ambición de encabezar el partido gobernante y reemplazar a Angela Merkel como canciller.

Además de la base de poder de BlackRock y su crucial papel en el sistema financiero global, está su plataforma tecnológica Aladdin, que conecta a las compañías más grandes del mundo, desde bancos y administradores de activos rivales, hasta gigantes tecnológicos, en los mercados para el comercio de acciones, bonos, derivados y monedas. Decenas de billones de dólares en activos se mueven en esta plataforma sistémica.

Contratos cuestionados

En ese contexto, hay que considerar además la creciente importancia -y polémica- de la división de consultoría de BlackRock. El mes pasado, los críticos en EEUU cuestionaron un contrato que la unidad de Asesoría de Mercados Financieros (FMA, sigla en inglés) de BlackRock ganó con la Reserva Federal para administrar miles de millones de dólares en valores, incluyendo potencialmente ETF en los que BlackRock tiene un interés directo.

A principios de este mes, la FMA obtuvo un mandato de 280.000 euros de la Comisión Europea para asesorarla en un proyecto para integrar el cambio climático en la regulación bancaria de la Unión Europea. Esto parece extraño: un inversionista líder en grandes bancos y compañías petroleras participará en un proyecto que podría favorecer esos intereses.

Finance Watch, el grupo de contra-lobby con sede en Bruselas, tiene otro reparo: el enfoque de BlackRock sobre el cambio climático está fundamentalmente en desacuerdo con los estándares normales de la UE, que exigen tanto las métricas financieras, como el escrutinio de los informes no financieros de comportamiento responsable. BlackRock insiste en que la reciente declaración de Fink de que "el propósito es el motor de la rentabilidad a largo plazo" hace innecesaria esta distinción. También destaca que es el principal inversionista mundial en energías renovables.

Aun así, los escépticos necesitarán ver evidencia rápidamente de que las declaraciones “verdes” de BlackRock se están traduciendo en una presión concreta sobre las empresas perjudiciales para el clima en las que invierte.

Y haciendo aún más cuestionable el mandato de la UE, la compañía que lo ganó fue BlackRock Investment Management, que como su nombre lo indica es la entidad legal que administra el negocio de fondos básicos del grupo en la región, pero que también alberga a FMA. BlackRock asegura que existe una muralla china entre la FMA y su negocio de gestión de activos, aunque el brazo de consultoría no está regulado.

Dinero llama a dinero

Aún más revelador es el monto que BlackRock está recibiendo por su trabajo, apenas la mitad del monto que la UE planeaba pagar, según su documentación de adquisiciones. Obtener un monto bajo no es una preocupación para BlackRock: el mandato es valioso de otras maneras. Ayudará a pulir las “credenciales verdes” del grupo. Y como con cualquier trabajo de asesoría al sector público, le da el prestigio de la interacción directa con la autoridad que formulan las políticas, con lo cual podría ganar otros mandatos comerciales más lucrativos.

Con todo, el poder y la influencia de BlackRock hoy son más formidables que nunca.

Y si Joe Biden expulsara a Donald Trump de la Casa Blanca dentro de siete meses, Fink podría convertirse en la encarnación definitiva de esa influencia, porque es ampliamente considerado como el favorito para ser el Secretario del Tesoro de Biden.

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