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La última oportunidad para una transición climática

Alcanzar una economía con cero emisiones a 2050 demandará una cooperación global sin precedentes.

Por: Martin Wolf | Publicado: Miércoles 19 de febrero de 2020 a las 04:00 hrs.
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Foto: Reuters
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Dos personas destacaron en el Foro Mundial de Davos este año: Greta Thunberg, la activista climática sueca de 17 años, y Donald Trump, el presidente de Estados Unidos. En sus mensajes sobre el cambio climático, no podrían haber sido más opuestos: el pánico confrontado con la indiferencia. Pero algo que comparten es que no son hipócritas: Thunberg no finge que estemos haciendo algo relevante; Trump no finge que le importe. La mayoría de los participantes en el debate climático, sin embargo, fingen que les importa, que actúan, o ambos. Si vamos a hacer algo, esto debe cambiar.

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Nuestra civilización se mantiene como lo que ha sido desde principios del siglo XIX, de combustible fósil. Ha habido dos revoluciones energéticas en la historia humana: la revolución agrícola, que explotó la mucho más incidente luz solar; y la revolución industrial, que explotó la luz solar fosilizada. Ahora debemos volver a la luz solar incidente –energía solar o eólica- junto con la energía nuclear, mientras mantenemos nuestros altos estándares de vida.

Sin embargo, el punto de esta última revolución energética no es elevar nuestro estándar de vida directamente, sino que preservar el único hogar que conocemos en el estado en el cual la vida se ha adaptado. Es evitar un experimento irreversible con el clima de nuestro planeta. Hasta ahora, sin embargo, a pesar de décadas de negociaciones, las tendencias en las emisiones se mantienen en la dirección equivocada.

Una sola opción

¿Qué hay que hacer? Las discusiones la semana pasada en el Foro de Energía de Oslo esclarecieron las cosas para mí. Mi conclusión principal fue que una transformación del sistema de energía actual a uno diferente es la única opción. Algunos sugieren que deberíamos detener el crecimiento también. Pero esto no sólo sería imposible, también sería insuficiente.

En las últimas tres décadas las emisiones de CO2 por unidad de crecimiento global han estado cayendo a un poco menos de 2% anual. Si esto continúa y el PIB mundial se estanca, las emisiones globales bajarían 40% a 2050, demasiado poco. Depender de reducciones reales del crecimiento, para reducir las emisiones en, digamos, 95% a 2050, demandaría una caída en el PIB global de casi 90%, colocando el Producto global per cápita de vuelta en los niveles de 1870.

Las conclusiones son simples. No dejaremos de depender de combustibles fósiles al escoger el empobrecimiento universal. Pero tampoco podemos dejar de usarlos lo suficientemente rápido, a nuestra tasa glacial actual de reducción de emisiones por unidad de crecimiento. Así es que debemos acelerar tremendamente el progreso tecnológico alejándonos de los combustibles fósiles. Debemos dejarlos atrás completamente. Si lo logramos, el tamaño de nuestra economía deja de ser un tema: sin importar cuan grande sea, deja de emitir gases de efecto invernadero. Pero hay que tener en cuenta que para alcanzar esto a 2050, la tasa de reducción de emisiones por unidad de crecimiento debe subir mucho.

¿Es alcanzable esto? Desde un punto de vista tecnológico, parece que sí. Así, al menos, lo argumenta la Comisión de Transiciones de Energía en una serie de informes importantes. Las ideas esenciales son simples. El centro del nuevo sistema de energía es la electricidad generada por medios renovables (solar y éolicos) y energía nuclear. Esto debe ser respaldado por una variedad de sistemas de almacenamiento (baterías, hidroelectricidad, hidrógeno y gas natural, con captura y almacenamiento de carbono). Las reducciones en costos ya han sido lo suficientemente grandes y el progreso tecnológico lo suficientemente rápido como para que esta transición sea factible, a un costo manejable.

Esto, sin embargo, sería una revolución. Una economía con cero emisiones demandaría cerca de cuatro a cinco veces la electricidad de hoy, toda de fuentes sin emisión de carbono. Al manejar esa economía, el hidrógeno (buena parte de él producido por electrólisis) jugaría un rol esencial. El consumo de hidrógeno podría aumentar en 11 veces a 2050.

Incentivos y regulaciones

En muchos sectores, los costos de la descarbonización son (o pronto serán) competitivos. Sin embargo, en algunos no lo serán. Habrá necesidad de incentivos y regulaciones para forzar el cambio. Para evitar simplemente mover la producción, en sus formas más intensivas de emisión, a otros lugares, será esencial aplicar impuestos de compensación a las importaciones de jurisdicciones que se nieguen a apoyar los cambios necesarios.

Supongamos que una transición hacia una economía global con cero emisiones a 2050 es técnicamente factible. Esto no significa que sea probable que pase como resultado sólo de fuerzas económicas por dos razones principales. La primera es que las ventajas de costo de las alternativas descarbonizadas son, en muchas áreas, modestos. No son (al menos no todavía) cercanos a ser tecnologías dominantes en todas las áreas relevantes. La segunda es que hay siempre una gran inercia en hacer cambios hacia nuevas tecnologías, especialmente en áreas donde los métodos y sistemas serán reemplazados completamente por otros nuevos. Sabemos muy bien cómo manejar una economía de combustibles fósiles de forma confiable y a gran escala. Una economía con sólo energías renovables es una bestia desconocida.

Una transición de sistemas global de esta escala no ocurrirá por sí misma. Necesitará intervenciones de política a gran escala, a través de una combinación de regulación, incentivos, e investigación y desarrollo apoyada por el gobierno. Demandará cooperación global y un reconocimiento claro de las distintas posiciones -en términos de comportamiento anterior, responsabilidad presente y necesidades futuras- de los países del mundo. Se van a necesitar cambios en las finanzas y contabilidad. Se va a requerir, en resumen, un esfuerzo global histórico de una manera que no hemos visto antes para evitar un peligro que aún parece remoto para la gran mayoría de los seres humanos.

Esto es necesario. ¿Pero se hará? Thunberg le teme a nuestra inacción. Trump es una de las razones por las cuales ella está en lo correcto en tener miedo. Tenemos tanto que hacer y tan poco tiempo. Si queremos ser exitosos en detener el cambio climático, debemos cambiar el curso ahora.

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