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Los partidarios del Brexit tendrán que ceder

Por: | Publicado: Miércoles 29 de marzo de 2017 a las 04:00 hrs.
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El gobierno británico notificará hoy a la Unión Europea su intención de abandonar el bloque. Esto será una tragedia para el Reino Unido pero también para Europa. Es una lamentable forma de conmemorar el aniversario número 60 de la UE.

Incluso si las negociaciones para la salida van bien, la decisión de dejar la UE tendrá enormes consecuencias para el Reino Unido. Desde el punto de vista de la economía, perderá el acceso favorable al que es por lejos su principal mercado. Desde el punto de vista político, creará enormes tensiones dentro del Reino Unido y de Irlanda. Estratégicamente, va a expulsar al Reino Unido de su actual papel en los consejos de la UE. El Reino Unido será más pobre, menos influyente y estará más dividido.

Los partidarios del Brexit no lo reconocerán. Pero están equivocados. La evidencia sobre el comercio moderno es clara: la distancia tiene una enorme importancia. Las cadenas de suministros que ligan bienes físicos y servicios funcionan mejor en distancias más cortas. Los modelos en que se apoyan los partidarios del Brexit ignoran esta realidad. Esta es también la razón por la cual la creación de un mercado único exigió una importante armonización regulatoria, que permite un comercio interfrontera relativamente libre de fricciones. Los partidarios del Brexit van a descubrir, también, que todos los acuerdos comerciales imponen restricciones en la autonomía nacional y mientras mayor apertura del mercado genera un acuerdo, más duras son las restricciones.

Quienes defienden el Brexit también descubrirán que la geografía es un destino político. El Reino Unido nunca podrá ser un país no europeo. Estará siempre íntimamente influido por los eventos en el continente. Pero ahora, enfrentado con una amenazante Rusia, un indiferente EEUU, un caótico Medio Oriente, una China en ascenso y las amenazas globales del cambio climático, está retirando su voz del sistema que organiza su continente. El Reino Unido ya no está en el siglo XIX. Está en el siglo XXI. El aislamiento no será espléndido, será aislamiento.

La salida del Reino Unido también es una tragedia para Europa. El Reino Unido ha sido desde hace mucho tiempo el referente para la economía liberal y la política democrática. Es una de las dos mayores potencias militares del continente. Tiene estrechos lazos con los países angloparlantes. Tiene una perspectiva global. Tiene, al menos hasta ahora, una actitud pragmática. Sus opiniones sobre lo que puede beneficiar a la UE (el mercado único y su ampliación) y lo que la puede perjudicar (su moneda común) estuvieron acertadas.

Sólo alguien que desconozca la historia podría imaginar que Europa pueda ser más próspera, estable, influyente, democrática y liberal si la UE se dividiera en 28 unidades separadas. El sistema de naciones estado ha demostrado repetidamente ser inestable. En este caso, con EEUU replegándose cada vez más, el colapso de la UE podría llevar a una batalla por la hegemonía entre Alemania y Rusia o, peor aún, un pacto entre ambas a expensas de sus vecinos más débiles. Si la UE sí sobrevive, como espero, Alemania dominará. Los alemanes no quieren esto. ¿Por qué lo querrían los británicos?

Sin embargo, el Brexit va a ocurrir por culpa del error de David Cameron de aceptar un referendo, manejando mal las negociaciones y complicando los términos de la consulta popular. Seguir adelante con el Brexit no es una obligación constitucional; el referendo no era vinculante. Pero sí es una obligación política: el partido Conservador colapsaría si no lo hace.

Pero el tono de las negociaciones y sus resultados todavía no está claro. Sabemos que van a ser complejas y difíciles. Sabemos que el proceso de retiro y la definición de los detalles sobre la nueva relación no van a ser completados dentro del plazo de dos años. Pero no sabemos cómo va a ser la aproximación a estas negociaciones. Esto no es tan cierto en el lado de la UE, donde las prioridades están claras, como en el lado del Reino Unido.

Llegar a un acuerdo es obligatorio. Esto es más evidentemente cierto desde el punto de vista económico: buscar un mejor acceso a mercados que son relativamente menos importantes, al tiempo que se sufre un gran deterioro en los términos de acceso a los mercados más importantes del Reino Unido, sería absurdo. Fracasar en alcanzar un acuerdo sobre el dinero que se debe, el tratamiento para las personas, las instituciones compartidas, la naturaleza de los futuros acuerdos de comercio y la transición a ellos podría envenenar las futuras relaciones. Los británicos serían los que más tienen que perder: el impacto sobre Escocia podría significar el fin del Reino Unido. Sin embargo, el efecto de un divorcio brutal en la UE también sería relevante.

Si se va a alcanzar un arreglo, el Reino Unido, por ser la parte más débil, deberá hacer concesiones, partiendo por el dinero que adeuda. Eso no es solo la opción más sensata. El país tiene compromisos que provienen de más de cuatro décadas de membresía. Como un país civilizado y digno de confianza deberá honrarlas.

Esto significa, a su vez, que la primera ministra debe estar dispuesta a hacerle frente a quienes se niegan a ceder. La posición negociadora de la UE es razonable. El reino Unido debe estar dispuesto a responder de manera recíproca. Debe hacer concesiones para asegurar una relación armoniosa y cooperativa en el futuro.

Theresa May ha afirmado que “está segura que no firmar un acuerdo es mejor que firmar un acuerdo malo para Inglaterra”. Esperemos que ella de verdad crea en lo que dice. No llegar a un acuerdo sería malo para todos. May no tiene un mandato para la amenaza que ha hecho de convertir a Reino Unido en un país de bajos impuestos y regulación mínima. Las divisiones internas que una estrategia como esa provocarían haría que las que se vieron durante el referendo parecieran un juego. El Reino Unido necesita un acuerdo, pero la UE también. La tragedia sería mucho peor sin uno.

Ya no tengo esperanzas de que el Brexit pueda ser evitado. Eso no significa que sea bienvenido. Menos aún significa que no importa cómo se concrete. La primera ministra debe llegar a un arreglo que preserve lo más posible las relaciones económicas, políticas y estratégicas del reino Unido con la UE. La historia va a juzgarla por cuánto de esto ella podrá lograr.

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