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Martin Wolf: La política pone el freno al mercado alcista

El conflicto económico entre EEUU y China arriesga arrastrar el crecimiento global.

Por: Martin Wolf | Publicado: Miércoles 17 de octubre de 2018 a las 04:00 hrs.
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Se dice que los mercados alcistas escalan una pared de preocupaciones. Cuando el último aprensivo se convierte en un optimista totalmente comprometido, el mercado no tiene a dónde moverse más que hacia abajo. Eso podría ser lo que acaba de ocurrir: tanto optimista ya se había traspasado a los precios de los activos financieros –en Estados Unidos, sobre todo- que una vez que las preocupaciones volvieron no había a dónde moverse más que hacia abajo. ¿Cuánto podrían exacerbar las preocupaciones los eventos en desarrollo? Mucho, es la respuesta.

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Como dejaron claro las reuniones anuales del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial la semana pasada, las razones para las preocupaciones abundan. Sobre todo, ha llegado una lucha entre los antiguos y los nuevos superpoderes. Esto podría cambiarlo todo.

La buena noticia es que el Panorama Económico Global (WEO, su sigla en inglés) sigue pronosticando un sólido crecimiento económico, con el Producto Interno Bruto global creciendo 3,7% este año y el próximo (en paridad de poder de compra), tal como en 2017. La mala noticia es que esta es una reducción de 0,2 punto porcentual en 2018 y 2019 frente a su pronóstico de abril. Sobre todo, “la balanza de riesgos... se ha inclinado hacia la baja en un contexto de elevada incertidumbre política”.

En la rebaja el informe enfatiza las sorpresas negativas al crecimiento en algunos países de altos ingresos a principios de 2018, las guerras comerciales iniciadas por EEUU y problemas en economías emergentes, que se explican por debilidades específicas de esos países, condiciones financieras más ajustadas, tensiones geopolíticas y precios del petróleo más altos.

El Fondo subraya que el alza en los precios del petróleo, en parte relacionados con la reimposición de sanciones a Irán, podría empeorar. Esto dañaría a los importadores de petróleo vulnerables. Más aún, con tasas de crecimiento sobre el potencial y un bajo desempleo en muchas economías de altos ingresos, especialmente en EEUU, la inflación podría sorprender al alza. Incluso sin esto, la “normalización” monetaria en los países de altos ingresos tiene mucho camino por andar.

Los más vulnerables

Como dice Warren Buffett, “sólo descubres quién está nadando desnudo cuando baja la marea”. Los más desnudos son aquellos con balances vulnerables: un alto apalancamiento con grandes maduraciones y desequilibrios de liquidez y tipo de cambio. Cuando la marea de condiciones financieras favorables baja, los problemas financieros y económicos son inevitables. Una serie de economías emergentes ya ha sucumbido, con Argentina y Turquía como ejemplos obvios. Una gran caída en el apetito por riesgo, posiblemente desencadenada por las guerras comerciales o un ajuste monetario acelerado en los países de altos ingresos, podría desencadenar una fuga de capital más generalizada.

Un salto en la aversión al riesgo afectaría a la estabilidad financiera, y por lo tanto económica. Las valuaciones de los activos riesgos están, en muchos casos, bajo presión y la vulnerabilidad de los balances es pandémica, como deja claro el Informe de Estabilidad Financiera Global. Un pequeño cambio en las condiciones financieras globales logró dañar a algunas economías emergentes. Pero como destaca el informe, la deuda agregada de hogares, empresas no financieras y gobiernos en países “con sectores financieros sistémicamente importantes, ahora se ubica en US$ 167 billones, o más de un 250% del Producto Interno Bruto agregado”, en comparación con 210% en 2008. Muchos deudores deben ser vulnerables a tasas de interés más altas.

El gobierno de EEUU no ha ayudado al embarcarse en una expansión fiscal procíclica tremendamente irresponsable además de lo que el FMI califica de “dinámicas de deuda ya insostenibles”. Sin embargo, tampoco es difícil de encontrar excesos del sector privado. En la zona euro el apalancamiento en los sectores corporativo y de gobierno se mantiene alto. La economía china también está altamente endeudada.

Entre tanto, los precios de activos importantes siguen elevados. En EEUU, el ratio precio/acciones ajustado cíclicamente, desarrollado por el premio Nobel Robert Shiller, se mantiene más alto que de lo que ha estado en 137 años, con excepción de 1929 y fines de los ‘90 y principios de los 2000. Eso es cierto incluso si uno observa el promedio móvil a ocho años de las ganancias reales, en lugar del normal, de diez años, excluyendo por lo tanto los años de la crisis. Un accidente está esperando para ocurrir. La semana pasada, ocurrió uno pequeño.

Legado de la crisis

La economía y los sistemas financieros mundiales son frágiles, nadie puede saber cuán frágiles hasta que son puestos a prueba. Sin embargo, la fuente más importante de fragilidad es política: un legado con rezago de la crisis financiera. En país tras país los populistas y nacionalistas están en el poder, o cerca de él. Las características más destacadas de esos políticos son la miopía y la ignorancia arraigada. Inevitablemente, esparcen incertidumbre. El gobierno italiano, por ejemplo, ha minado la confianza de que Italia permanecerá en la zona euro, con resultados peligrosos.

El mayor cambio de todos está en EEUU. La semana pasada, el presidente Donald Trump rompió con un largo tabú al condenar el ajuste reciente por parte de la Reserva Federal. En su mandato, EEUU se ha embarcado en un asalto al sistema de resolución de disputas de la Organización Mundial del Comercio (OMC) y una guerra comercial de final abierto con China.

Sobre todo, la administración estadounidense parece estar determinada a una nueva guerra fría con China. Trump incluso habla de evitar que la economía china se vuelva más grande que la de EEUU. Incluso si esto sigue como una guerra fría, y no una caliente, sería mucho más significativa para EEUU de lo que fue su rivalidad con la Unión Soviética: China tiene mayor población y su economía está mucho mejor administrada, es más dinámica y más integrada con el mundo.

Este sinsentido podría no importar mucho en los buenos tiempos. Pero ¿qué pasará en la próxima crisis? ¿Cooperarán las autoridades como lo hicieron en 2008 y 2009? Este tema tiene fuerza dentro de los países, dentro de grupos como la zona euro, y en el mundo como un todo. La economía mundial abierta podría colapsar.

Estos son tiempos peligrosos, mucho más de lo que muchos podrían reconocer. Las advertencias del FMI son oportunas, pero predeciblemente subestimadas. Nuestro mundo está de cabeza. La idea de que la economía mantendrá su impulso de todos modos mientras esto sucede es una fantasía.

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