Columnistas

DF Tax | La venta de humo en tiempos de coronavirus

Ignacio Gepp, socio de Puente Sur

Por: Ignacio Gepp | Publicado: Jueves 7 de mayo de 2020 a las 04:00 hrs.
  • T+
  • T-

Compartir

Ignacio Gepp

"Tratar de convencer con palabras o argumentos carentes de sentido". Así la RAE define la venta de humo, la que florece de la mano de auto-investidos epidemiólogos dando cátedras por Twitter, o cuando una senadora pide una ley seca que Al Capone habría celebrado. Humo.

Con el coronavirus que como Pac-Man nos amenaza de forma inevitable, la política fiscal criolla también se ha visto inundada de ventas de humo:

Imagen foto_00000004

(i) Subir los impuestos a los grandes porque se necesitan muchos recursos. ¡Genial!

Podríamos comenzar por Enjoy o Latam, pero ¿no van camino a la quiebra?

(ii) Darle préstamos blandos a empresas grandes en caída libre (¿para salvar a la empresa o al accionista?) a cambio de intereses pagados en la forma de gift cards.

(iii) Endeudarnos hasta los codos como los sabios maestros de España, Grecia e Italia.

También de esta crisis han surgido ideas muy válidas para analizar una vez nos baje la fiebre:

(i) Generar un IVA con tasas diferenciadas; o,

(ii) Pagar patente municipal no en base al capital sino en base a la utilidad que una empresa genere.

La realidad del proceso que vivimos es que los recursos públicos son limitados, y estos dependen de que el mundo privado pueda seguir respirando y aportándole carbón a la máquina. Sin el oxígeno del privado los pulmones públicos no funcionan, y sin una excelente gestión pública el mundo privado no tiene donde generar oxígeno. Así de simple.

Los datos muestran que nuestro desempleo está tocando el 8,2%, el Presidente de la República nos anuncia que tendremos más de 1.000.000 de personas sin trabajo, el tipo de cambio está en las nubes con un alza de 19% en 12 meses, la deuda pública está hoy casi en un 28% del PIB y amenaza con llegar a un 38% en 2024, nuestras reservas según The Economist son peligrosamente bajas y, sólo a finales de 2019 ya teníamos casi 20.000 Pymes en riesgo de quiebra. La realidad es que la olla tiene fondo.

Forzar cambios de fondo a la estructura impositiva del país en la mitad de una crisis es como intentar parar el auto en la mitad del túnel para pintarlo. Una invitación segura al meme de un grupo de bailarines con un ataúd al hombro.

No es menos cierto que una crisis requiere medidas de emergencia donde cuesta ponerse de acuerdo. Por ejemplo, en Europa se están generando devoluciones excepcionales y aceleradas de IVA para darle liquidez a las empresas, mientras que el Fondo Monetario Internacional ha sugerido a los gobiernos considerar un impuesto excepcional y transitorio al patrimonio para dotar de liquidez al Estado. La pregunta es difícil porque supone decidir si privilegiar la liquidez de los privados que dan empleo o del Estado para el impulso de políticas públicas.

Pero también hay que reconocer que existe a nivel global un cierto consenso en que hay medidas de crisis que son necesarias, al menos según Santa OECD:

(i) Asegurar la liquidez de empresas y personas postergando (no perdonando) el pago de impuestos;

(ii) Abaratar el financiamiento y empujándolo mediante garantías; y,

(iii) Apretando el acelerador como Enterprise de Star Trek en materia de cumplimiento tributario electrónico y digitalización de las pesadas maquinarias estatales.

En el contexto regional de América Latina, Chile ha sido un buen promotor de estas medidas y en ese sentido hay que aplaudir no sólo la iniciativa política, sino también la implementación que al respecto ha desarrollado el SII y todos los funcionarios que -trabajando desde casa- han permitido que la máquina siga andando.

Es justo también aplaudir el ejemplo que muchos contribuyentes han dado al no aprovechar los beneficios ofrecidos por el Estado si no los necesitan, y que han cumplido con sus PPM, sus pagos de IVA y el pago de contribuciones.

Después de octubre de 2019 hay consenso en que debemos tender hacia un sistema más solidario, y eso sin duda implica mirar nuestra arquitectura tributaria, la tributación de las rentas del capital y las exenciones que hoy no se justifican.

Con todo, en tiempos de crisis nuestra política fiscal necesita más seriedad, más datos y menos circo.

Como las medidas fiscales, no pretendo pedirle a los vendedores de humo que desaparezcan, simplemente hagan un favor a la sociedad en crisis y postérguense.

Lo más leído