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Empresarios e intelectuales unidos

Henry Boys Presidente Fundación Soñando Chile

Por: Henry Boys | Publicado: Viernes 29 de julio de 2016 a las 04:00 hrs.
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El empresario está situado en el corazón de la economía, que es el motor de un país, y desde esa posición es dueño de una perspectiva privilegiada. Aquella visión estratégica, sumada a la capacidad económica, constituyen los dos elementos necesarios para influir y lograr resultados. Pero si hay algo que a los empresarios les falta es tiempo, mismo recurso que a los intelectuales les sobra. Un intelectual debe darse el tiempo para reflexionar sin los apremios propios de una jornada electrizante. Es parte de su labor, así como el trabajo empresarial exige la optimización máxima de las escasas horas del día. Ambos roles, en consecuencia, son complementarios.

Actualmente en Chile somos testigos de una crisis cultural que encuentra su principal ejemplo en el poder que han acumulado los sindicatos, así como en la radicalización de los discursos. A los usuales paros en servicios públicos, se han añadido las tomas de colegios y universidades, así como la cada vez más frecuente paralización de actividades al interior de la empresa. Y esto, más allá de los inconvenientes que ocasiona, es síntoma de un proceso cultural en curso que encuentra su motor en los sectores más radicales de la izquierda.

Antonio Gramsci, pensador de cabecera del marxismo contemporáneo, se percató de que más allá de la “estructura” visible de la sociedad (leyes, instituciones, arquitectura, etc.), operaba una dinámica interna que denominó “super-estructural” (valores, creencias religiosas, etc.). Richard M. Weaver explicaba con mucha elocuencia que la cosmovisión define las decisiones puntuales que el hombre adopta en su día a día: las casualidades no existen, las causalidades, sí.

Y es que ocurre algo similar a lo acontecido en la guerra de Vietnam: Estados Unidos se vio diezmado por un ejército amateur que tuvo como principal estrategia los túneles subterráneos para tomar al invasor por sorpresa. Hoy, en plena batalla por nuestra idiosincrasia y debido a una profunda desconexión con el mundo humanista, los empresarios han respondido a la crisis en un cauce “estructural” (incentivos económicos y políticas de recursos humanos al interior de la empresa, por ejemplo), mientras que el enemigo despliega sus estrategias bajo tierra, en el campo “super-estructural” (textos escolares, adoctrinamiento local, etc.).

Hace falta que empresarios e intelectuales se unan para ganar esta batalla, ya que se vuelve imperativo defender el sentido común en la sociedad. Así, nadie se verá forzado a dejar Chile como Hernán Büchi o Nicolás Ibáñez.

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