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La crisis silenciosa de las empresas

Tomás Sánchez Emprendedor, co-fundador Alma Suite Director ASECH @TomsAwaki

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9 de cada de cada 10 trabajadores no sabe los objetivos de su empresa, ni entiende la estrategia. Pero como suele suceder, no pasa nada. Todos quieren mejorar los números: más ventas y menos costos, pero nadie les dijo cómo. Sin embargo, la mayoría se contenta con declararlo, otro resto con trabajar activamente en ello, pero pocos se preocupan de comunicar el cómo se hará, de hacer seguimiento y medir si realmente todos en la empresa entienden cómo hacerlo.

Haga la prueba: haga una encuesta. Pregunte cuáles son los objetivos y cuál es la estrategia. Vea los resultados, y sin vergüenza, acepte la dura realidad. Después, decida hacer algo. Tantas horas de reuniones estratégicas, consultores, balance score cards y presentaciones eternas no pueden quedar en un cajón. Tienen, o mejor dicho deben, ser conocidos y recitados por todos si quiere asegurarse de que se tomen buenas decisiones en línea con lo que se quiere lograr. Es impresentable pagar toda una nómina de sueldos a personas comprometidas, que no saben para dónde van. Es inmoral dejar que se esfuercen todos los días, sin contarles dónde realmente la empresa quiere llegar.

No caigamos en el comentario de “no todo se puede saber”, si sabemos que no estamos hablando de esos planes secretos que corren por mails ridículamente fáciles de hackear. La urgencia es contar y explicar lo esencial: metas de ventas, satisfacción de clientes, nuevos mercados, desarrollo de productos, índices internos y lo que sea, acompañado del “cómo” queremos llegar a eso. Sólo de esta forma, se podrá desarrollar una cultura de empresa que responda a la estrategia de ella. Una cultura correcta es increíblemente eficiente. Logra que las personas sepan cómo actuar sin que tener recordárselo a diario. Así, las personas toman decisiones tal como lo haría el CEO, porque comparten el mismo set de valores y normas invisibles que definen su marco mental.

Lograr esto no es física cuántica, pero requiere determinación: comunicar dónde se quiere llegar y cómo. No valen esos mails-spam a toda la empresa con una editorial insufrible. Un post acompañado con una foto es lo que conecta con las personas hoy, y no hay mejor variable de éxito que la cantidad de “likes” y comentarios. Haga seguimiento de cómo avanza la empresa, no con millones de reuniones, sino con tareas bien asignadas y con buena visibilidad. Mida todo esto periódicamente, no una vez al año con una encuesta de clima; sino que quincenalmente testee en forma lúdica si las personas entienden su negocio, su producto y el mercado. Sólo así podrá tomar acciones correctivas en forma ágil y no tendrá que pasar un año para darse cuenta que los números no están muy buenos y que nadie sabe a qué números quería llegar.

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