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La oportunidad de los acuerdos

Gonzalo Said H. Pdte. Fundación Generación Empresarial

Por: Gonzalo Said H. | Publicado: Martes 27 de marzo de 2018 a las 04:00 hrs.
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Gonzalo Said H.

El primer discurso de un Presidente de la República luego de asumir el cargo es muy importante. Ya alejado del fragor de la campaña, definida la cancha política en la que gobernará y con la responsabilidad y poder sobre sus hombros, las primeras palabras suelen convertir el mandato democrático en un compromiso específico con prioridades políticas y programáticas, así como con formas de llevarlas a cabo. En esta ocasión, Sebastián Piñera escogió los acuerdos nacionales. Desde el balcón de La Moneda convocó a cinco grandes acuerdos nacionales, en políticas de infancia, seguridad ciudadana, salud oportuna y de calidad, paz en La Araucanía, y vías para alcanzar el ansiado desarrollo y derrotar la pobreza. Sus aspiraciones están llenas de promesas y visión de futuro, pero también de responsabilidades, ya que el buscar y llegar a acuerdos exige una mezcla de humildad, reconocimiento del otro y disposición a ceder, que para los gobiernos no siempre es fácil.

Llegar a acuerdos no es solo presentar un proyecto de ley y esperar que del Congreso salga algo lo más parecido posible a lo que entró. Es un proceso delicado, que requiere escuchar y acoger los puntos de vista de la mayor cantidad de actores, particularmente de los que piensan diferente, para encontrar conjuntamente –a través del diálogo- formas de construir proyectos comunes. Entonces, más que una serie de proyectos de determinado color político, que representen una victoria por sobre los adversarios, un acuerdo es una victoria global en torno a un gran ideal, que tiene mayor legitimidad de origen y es más resiliente a los cambios en los vientos políticos.

Los acuerdos, entendidos así, probablemente no sean las vías más expeditas o eficientes a la hora de lograr las cosas, pero difícilmente se encontrarán mejores formas de avanzar en los objetivos estratégicos cuando lo que se busca es una perspectiva de largo plazo.

En este contexto, aparece una enorme oportunidad para las empresas de hacerse las preguntas adecuadas acerca de cómo contribuir –de manera proactiva- en estos cinco ámbitos, desde su rol en la sociedad. Poner sus capacidades al servicio de una causa más grande es hoy un imperativo ético, del que ninguna organización debiera eximirse. No hay que olvidar que la empresa, más que ningún otro actor social, cuenta con fortalezas estratégicas en el logro de grandes objetivos, tales como flexibilidad, eficiencia, tamaño y rapidez en la implementación de soluciones. Es decir, podría ser un gran apoyo en la puesta en marcha de estos acuerdos.

Aún está por verse si el gobierno podrá cumplir su promesa de avanzar mediante acuerdos nacionales en los cinco temas planteados, sobre cuya importancia y urgencia debiera existir el más alto consenso. Todo dependerá de la generosidad, altura de miras y capacidad de trascender los propios intereses que demuestren los actores involucrados. Pero lo que sí está claro es que si ese proceso de puesta en común, diálogo y escucha es exitoso, lograremos no solo dar solución a problemas y desafíos que aquejan a los más vulnerables de la sociedad sino que aprenderemos una capacidad invaluable: solucionar problemas en conjunto.

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