Padre Hugo Tagle

Que se haga la luz

Por: Padre Hugo Tagle | Publicado: Lunes 24 de julio de 2017 a las 04:00 hrs.
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Dos temas estuvieron en la agenda de la semana pasada. El primero, la nevazón y el prolongado apagón de varios sectores de Santiago. Solo el barrio de mi madre estuvo 5 días sin luz. Este evento nos debe invitar a reflexionar sobre el sentido de los “servicios públicos”, como son agua y luz, y las políticas de prevención. Estas falencias dejan en evidencia la precariedad de estas redes y lo vulnerables que somos a los imprevistos. Es cierto que no fue una nevazón normal. Pero ello no es excusa para tener mediocres medidas de contingencia. Aquí se nota la pericia, capacidad y destreza de las personas y organizaciones. Para los creyentes, para los cristianos, es tanto más importante hacer todo con sentido de servicio, bien, pensando en los demás. Así se expresa nuestra fe. No se le reprocha maldad a la empresa distribuidora de energía, solo incompetencia. Aplaudo a las cuadrillas que trabajaron con tesón y cuidado. Pero pareciera ser que no hay políticas de mantención e inversión adecuadas, un celo y preocupación real por dar “un buen servicio”. Que se corrijan y se aprenda de los errores. Así como premiamos la eficiencia, se debe castigar la negligencia e improvisaciones que abundaron.

El segundo tema es el de la despenalización del aborto en tres causales, que más bien es legalización o legitimación. Una decisión triste y un apagón enorme para Chile. Pero no salvamos vidas con más reclamos. Habrá que redoblar el apoyo a las madres en situación de riesgo, vulnerables, tentadas de cometer un aborto. No hay mujer que, en una situación de desesperación, luego de pedir ayuda y encontrarla, no desista de su intención de abortar. Y los esfuerzos pasan por una mayor inversión en cuidados y atención pre y postnatal, en incentivar la natalidad, en apoyar a los matrimonios. Somos mezquinos en el apoyo a la mujer embarazada y la niñez. El vergonzoso drama del Sename, el abandono de miles de niños hablan de una “cultura de la muerte”, de políticas de la avestruz, en que nos desentendemos de las injusticias que abundan en este orden de cosas y que son el verdadero aliciente para el aborto.

Luchemos contra la cultura del descarte, de la que habla el Papa Francisco. Toda vida engendrada merece vivir. Es posible hacer de la despenalización del aborto letra muerta, inoperante, si se actúa con astucia e inteligencia; si se apoya a tiempo a las mujeres embarazadas, regalándoles seguridad y los medios para un embarazo, parto y lactancia feliz. Un país que invierta primero en los niños, ayudará a espantar el fantasma del aborto.

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