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Recorte de dietas y responsabilidad legislativa

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a Comisión de Constitución de la Cámara de Diputados aprobó en forma unánime reducir transitoriamente en un 50% los sueldos de una serie de autoridades, incluyendo los de parlamentarios y miembros del Poder Judicial y el Ministerio Público (jueces y fiscales). Esto, a la espera de que se defina un mecanismo mediante el cual sea el Banco Central quien defina los sueldos definitivos. Ambas decisiones parecen apresuradas, adoptadas al calor de la presión pública y sin cuidado por las consecuencias de largo aliento.

Conscientes de la molestia ciudadana con las altas dietas parlamentarias —comprobadamente elevadas a nivel internacional—, los diputados buscan recortar también las de otros cargos presumiblemente en respuesta a un cierto clamor no articulado por el “fin de los privilegios”, pero sin mediar análisis técnico alguno. Lo cierto es que la paridad que se establece en Chile entre las dietas parlamentarias y las de ministros o jueces es una particularidad nuestra: al menos en la OCDE los jueces de tribunales superiores tienen los sueldos más altos, seguidos por los secretarios de Estado y, muy atrás, por los legisladores. Esto es así tanto por la naturaleza distinta de las funciones que desempeñan como por su grado de responsabilidad ante la ciudadanía, que es mayor en el caso de quienes imparten justicia.

Comprensiblemente, tanto el gobierno como la Corte Suprema han hecho ver que una reducción salarial de tal magnitud arriesga poner en entredicho la independencia de los jueces, de la cual su esquema de remuneraciones es un componente clave. El Consejo de la Alta Dirección Pública, por su parte, ha señalado el riesgo de fuga de talentos por falta sueldos competitivos en el mercado.

No deben tomarse sin un detallado estudio decisiones que pueden tener profundas implicancias para el funcionamiento del Estado. Una reducción a rajatabla de 50% para un conjunto nutrido de cargos muy distintos entre sí no es señal de un Legislativo atento a las necesidades de los chilenos, sino de una pulsión populista que encierra graves riesgos.

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