Editorial

Baja en inversión y frenazo inmobiliario

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A principios de semana y con ocasión de la difusión del último dato del Índice Mensual de Actividad de la Construcción (Imacon), que mostró un virtual estado de “recesión técnica” en este sector, tras acumular seis meses consecutivos de caídas anualizadas, ha quedado en evidencia que las variaciones verificadas en parte del período 2015-2016 fueron más bien una anormalidad asociada al efecto compra sin IVA.

En efecto, y en una perspectiva que trasciende esa suerte de paréntesis temporal y que además descuenta dicho efecto transitorio de la estadística de largo plazo, es posible apreciar una desaceleración algo más crónica en esta actividad, una desaceleración naturalmente correlacionada con la sustantiva menor inversión que por más de tres años suma el país, en especial la vinculada al ciclo minero.

No deja de ser necesaria esta lectura de los datos, porque permite poner en perspectiva los alcances de algo que para los expertos es tal vez obvio: a saber, que el sector construcción replica en forma amplificada el comportamiento de los ciclos económicos.

Subestimar la importancia de un bajo crecimiento y/o reaccionar en forma tibia y rezagada, lo que hace es alimentar un círculo vicioso que amplifica los impactos del propio ciclo en lo económico y social.

Esta cuestión es evidente para la construcción a nivel laboral, donde los datos revelan una caída de 2,6% en la contratación y un alza de 15,5% en el empleo por cuenta propia. Son órdenes de magnitud relevantes y que se perciben como más delicados, cuando se considera que retomar mayores niveles de actividad no es algo que se pueda lograr de un día para otro.

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