Editorial

¿Demasiado grandes para existir?

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Demasiado grandes para quebrar. En plena crisis financiera, esta frase resumió el problema que representaban para los reguladores los conglomerados que se habían vuelto tan poderosos que su bancarrota amenazaba con arrastrar a toda la economía de un país o incluso del mundo.

Hoy, el debate sobre las empresas demasiado poderosas se está concentrando en el sector tecnológico. El último en sumarse fue el excandidato presidencial estadounidense Bernie Sanders, que en una entrevista advirtió que la firma de retail online Amazon se ha vuelto demasiado poderosa y que las autoridades deben vigilar su creciente influencia.

Las acciones de Amazon y de otros gigantes tecnológicos vienen cayendo en picada desde hace días, a medida que crecen las críticas contra su imparable expansión.

El dilema tras el reciente auge de la industria y su amenaza a la privacidad no es nuevo, pero el cambio en el sentimiento muestra un punto de inflexión. Ayer, el fiscal de Misuri lanzó una investigación contra Facebook por el uso de datos de los usuarios no sólo para la campaña de Donald Trump, sino también en la de Barack Obama, en 2012, aunque en esa época dicha práctica fue celebrada como una muestra de ingeniosa innovación.

El mundo ha estado dispuesto a ceder su privacidad a cambio de los beneficios de la conectividad, pero a medida que las implicancias de ese canje aumentan, el ánimo está cambiando. ¿Qué significa eso para las empresas? Todavía es muy pronto para decirlo. Pero no se debe olvidar que a través de la historia, las autoridades en EEUU no han temido fragmentar empresas que crecieron demasiado, como hicieron con las compañías del sistema Bell en los años ‘80.

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