Editorial

El complejo escenario de las rentas vitalicias

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 pesar de que la posibilidad de un retiro de fondos para los acreedores de rentas vitalicias puede tener vicios de constitucionalidad, por su probable carácter expropiatorio a las compañías de seguro y por la vulneración de contratos, el proyecto de reforma constitucional respectivo ha continuado su tramitación en el Congreso.

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Se trata de un mercado que enfrenta un contexto muy complejo hace tiempo. El primer problema, agudizado en los últimos meses, es la caída de las tasas de interés de largo plazo, lo que lleva a una disminución equivalente de las pensiones pagadas, para un mismo monto de capital ahorrado. De acuerdo con lo informado por la Superintendencia de Pensiones, la tasa media de las rentas vitalicias en los once primeros meses de este año fue de 1,8%, algo por debajo del promedio de 2% en 2019, y muy inferior a las tasas que había hace una década, en torno a 3,5%. A modo de comparación, en octubre se estableció una tasa de 3,91% para el cálculo de los retiros programados, lo que se traduce en una ventaja competitiva de esta alternativa de jubilación, por sobre la renta vitalicia.

Por otra parte, los retiros de fondos de pensiones también atentan en contra de las rentas vitalicias, ya que aumenta el número de cotizantes prontos a jubilar que no alcanzan el ahorro mínimo necesario para poder optar por este mecanismo de jubilación. Esto, porque las disposiciones legales establecen que para poder acceder a una renta vitalicia es necesario financiar una pensión equivalente a la pensión básica solidaria, de $141.374 en la actualidad para los que tienen entre 65 y 75. Podría ser razonable en el contexto actual revisar esa restricción, de tal forma de permitir más opciones a los futuros jubilados.

Un último problema potencial que enfrenta este mercado es la posibilidad de que la reforma previsional pendiente incorpore un seguro o subsidio de longevidad a los retiros programados, en cuyo caso las rentas vitalicias perderían la que es seguramente su principal ventaja competitiva: eliminar el riesgo de longevidad.

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