Editorial

El mayor activo de la economía chilena

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La política monetaria de Chile es un tema clave para la economía, pero que rara vez desata debates apasionados en la opinión pública, y es seguida principalmente por un pequeño grupo de expertos y académicos.

Subir o bajar la tasa un cuarto de punto porcentual o dejarla sin cambios puede tener efectos relevantes, pero difícilmente dramáticos. Como dijo una vez un alto funcionario de un organismo multilateral, “la economía de Chile es aburrida, pero eso es algo bueno”. Con una inflación de un solo dígito y un tipo de cambio estable, es un enorme logro alcanzado a costa de décadas de disciplina y buen manejo, que muchas veces damos por hecho.

Las cosas no son así en otros países. Los frutos de ese trabajo constante quedan ahora de manifiesto con el caso de Argentina, donde una decisión del banco central está generando efectos traumáticos.

Probablemente en un intento por ayudar a la reactivación de la economía, la autoridad monetaria recortó las tasas de interés en 1,5 punto porcentual en enero, pero al hacerlo, pasó por alto que las expectativas inflacionarias estaban desancladas, en momentos en que los precios acumulaban un avance anual de 25%. El resultado fue desastroso, y el peso ha acelerado su derrumbe de más de 30%, erosionado por la inflación. Para corregir su error, ha tenido que subir las tasas en casi trece puntos, a 40%, una de las más altas del mundo, lo que pondrá un pesado lastre sobre la reactivación.

El episodio sirve como un buen recordatorio de algo que hace una década era comentario generalizado pero que con el paso del tiempo hemos ido perdiendo de vista. El mayor activo de Chile, que lo mantiene todavía como una de las economías más atractivas del mundo, es la seriedad de sus instituciones.

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