Editorial

Sobre construir capital cívico

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n nuestra edición de ayer dimos cuenta de un estudio realizado por dos universidades norteamericanas, según el cual existe una correlación entre el nivel de capital cívico de las personas, y el grado de cumplimiento de las medidas de distanciamiento impuestas por pandemia. Puesto en términos muy esquemáticos, la probabilidad de que se tome en consideración el bienestar de otros al momento de actuar es más alta allí donde existe capital cívico, mientras que “de manera egoísta, en una sociedad menos cívica, podría ignorar el costo para el resto y decidir basada únicamente en su utilidad”, según explicó a este diario una de las autoras.

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Uno de los corolarios es que, en el primer caso, las personas tienden a respetar voluntariamente las restricciones sanitarias, mientras que en el segundo se hace más necesaria la autoridad del gobierno para hacerlas cumplir.

Se trata, desde luego, de un análisis que puede aplicarse a otras sociedades, como la nuestra, donde indudablemente los bajos niveles de conciencia cívica han sido un factor en los comprobadamente altos índices de incumplimiento de medidas como la distancia física con otras personas, o como el toque de queda y la prohibición de hacer fiestas. Este es un ámbito complejo de evaluar, pero donde se perciben vacíos.

Con todo, ante esas conductas es primordial no ignorar otras variables, como señaló a DF un investigador chileno, y es que también los niveles de desigualdad —y no sólo el capital cívico (entendido como compromiso social)— inciden en el acatamiento a las reglas de esta pandemia. En efecto, el bajo acceso a servicios o las drásticas mermas de ingreso pueden, entendiblemente, condicionar el grado de respeto a la norma, sin que ello signifique por fuerza escasa conciencia cívica.

Una primera respuesta está en instituciones y políticas públicas que focalicen esfuerzos donde son más necesarios. Desde esa solidaridad del Estado con los vulnerables, al menos para empezar, es más factible sentar las bases de un capital cívico sólido, duradero y transformador.

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