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Cómo espiar a los empleados en la oficina aumenta las ganancias

Pilita Clark

Por: Pilita Clark | Publicado: Lunes 29 de enero de 2018 a las 04:00 hrs.
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Pilita Clark

Desayuné el otro día en una lujosa brasserie londinense con un hombre que había conocido hace poco en un congreso. Llegué a la oficina un poco después de las 10 de la mañana, después de haber disfrutado huevos benedictinos, y encendí mi computadora. Tras chequear unos cuantos correos electrónicos y mensajes de Twitter, me dirigí a la cocina por una taza de té, donde me topé con un colega quien estaba de acuerdo con que daba gusto ver que el temperamental calentador de agua no se había roto. Entonces comencé a charlar con otro colega sobre una película que ambos habíamos visto, protagonizada por Willem Dafoe, que nos pareció brillante pero también algo deprimente. Finalmente, me senté a escribir algo.

Financial Times no estaba consciente de esta inútil actividad de oficina. Ni lo están la mayoría de las grandes empresas. Pero ese desayuno me ha hecho preguntarme cuánto tiempo pasará antes de que sí lo sepan. El hombre que conocí en la brasserie era Ben Waber, presidente ejecutivo de una empresa de Boston llamada Humanyze que asegura poder aumentar las ganancias de las empresas rastreando lo que en realidad hacen sus empleados todo el día.

La compañía recopila información de las credenciales que llevan colgadas al cuello los empleados, algo parecido a las tarjetas que los trabajadores antes deslizaban al entrar a la oficina, sólo que éstas tienen micrófonos y sensores que saben dónde estás y con quién estás hablando, pero no lo que estás diciendo.

Hice una cita para ver a Waber porque, aunque yo sabía que las empresas llevaban años probando dispositivos para rastrear a los trabajadores, nunca había oído a nadie explicar detalladamente los beneficios financieros de tal vigilancia. Y si Waber es confiable, son significativos.

Este mes, en un congreso en Londres sobre el lugar de trabajo moderno, él describió la labor de Humanyze para un importante banco europeo que quería saber por qué las personas que vendían préstamos en algunas de sus sucursales trabajaban mucho mejor que las personas en otras oficinas con clientes similares.

Humanyze descubrió que las sucursales con mejor rendimiento tenían equipos de venta muy unidos que trabajaban bien en conjunto. Los equipos en las sucursales de menor rendimiento estaban separados en pisos diferentes, o se llevaban tan bien que aislaban a los nuevos empleados. El banco hizo unos ajustes sencillos, alternando al personal en diferentes pisos o dándoles 100 euros semanales a los administradores para que sacaran a los nuevos empleados a almorzar junto con trabajadores de mayor experiencia. Esto ayudó a incrementar el rendimiento general del banco en más de 10%, según Waber, quien afirmó que esto significaba cientos de millones de euros en ventas adicionales.

Esto me parece una importante cifra y, si estuviera en la posición de contratar a una empresa como Humanyze, querría ver pruebas contundentes. Pero lo importante es que es fácil ver por qué más empleadores sienten la tentación de espiar a su personal, y eso es preocupante.

Cuando los periodistas del diario londinense Daily Telegraph descubrieron cajas de rastreo de movimiento, relativamente sencillas, debajo de sus escritorios el año pasado, hubo tal protesta que tuvieron que quitarlas rápidamente. Otras empresas están desarrollando sillas de oficina inteligentes que saben si uno está sentado en ellas, en vez de andar por ahí hablando de Willem Dafoe.

Humanyze ofrece un nivel diferente de escrutinio. Hoy tiene menos de 40 empleados y ha trabajado con unas dos docenas de empresas, incluyendo un importante grupo petrolero y tres bancos. Pero Waber está contratando alrededor de ocho personas al mes y acaba de acordar asociarse con un gran proveedor de credenciales, lo que significa que sus sistemas pronto se propagarán a muchas más empresas.

Me cae bien Waber. Es un serio exinvestigador de Harvard que escribió un libro sobre la llamada analítica de personas. Le creo cuando dice que Humanyze anonimiza los datos de los empleados, que sólo les da insignias a aquellos que dan su consentimiento y que sólo busca que la gente sea productiva, no que se sienta indignada. Claramente, le gusta analizar las cosas que detestamos de la vida de oficina: las interminables horas en reuniones; quién habla por encima de los otros; y cuáles jefes no les hacen caso a sus subordinados.

Pero Humanyze es sólo una de las muchas empresas que están entrando a este campo y es difícil imaginar que todas van a actuar honradamente. Waber quiere más regulación para eliminar a los canallas. Muy bien. Pero hasta entonces, yo sé que no seré la única en decir que el día que mi silla comience a espiarme es el día en que comenzaré a buscar otro empleo.

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