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El gasto catastrófico en salud no discrimina

Carolina Velasco Centro de Estudios Públicos

Por: Carolina Velasco | Publicado: Viernes 11 de mayo de 2018 a las 04:00 hrs.
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Carolina Velasco

Uno de los principales temores de la población es no poder solventar el costo que significa enfermarse seriamente. Según los datos de la Superintendencia de Salud, el 60% de las personas cree que eso le sucedería en caso de enfermedad grave. Ello se explica en gran medida porque el “gasto de bolsillo”, es decir, todo aquel desembolso que no es cubierto por los seguros, es alto en Chile comparado con otros países de la OCDE. Por ello en el CEP indagamos este tema, mediante el estudio “Radiografía del gasto de bolsillo en salud en Chile: una mirada desagregada”.

Los resultados mostraron que este desembolso se encuentra concentrado en unos pocos hogares. Así, el 20% que más gasta concentra el 80% del gasto y el 10% que más gasta el 61%. Si bien en promedio las familias chilenas destinan 5,2% de su gasto total a salud, en una de cada cinco esta cifra es mayor a 10%. Estas últimas se caracterizan por tener en promedio mayor capacidad financiera, una mayor proporción de sus jefes de hogar está adscrito a una isapre y se componen en mayor medida por mujeres y adultos mayores en relación con el resto de los hogares. Pero también se encuentran grupos familiares de bajo gasto total -y probablemente también de bajos ingresos-, que están destinando gran parte de sus recursos al ítem salud (de hecho, una proporción de entre 3,7% y 2,4% de dichos hogares son pobres).

La situación es más grave para 4,1% de los hogares, donde el gasto en salud se transforma en algo catastrófico. En estos casos, el desembolso en salud representa en promedio 35,1% de sus egresos totales, casi 10 veces más que para aquellos sin gasto catastrófico (3,9%). Estos grupos son más añosos que el resto (edad promedio de 51 y 38,5 años, respectivamente) y tienen una mayor proporción de mujeres (60 y 53,4%, respectivamente). Sin embargo, llama la atención que los ingresos de estas familias no difieren en relación con el resto de ellas, indicando que el gasto en salud se puede volver catastrófico indistintamente de la capacidad financiera de las mismas, exponiéndolas de manera transversal a este riesgo.

El estudio concluye que, para aminorar el gasto de bolsillo en salud se debe apuntar al grupo de hogares que concentra mayor gasto (familias de mayor edad promedio, pero de mayor capacidad financiera). Si el objetivo es abordar el gasto catastrófico, entonces se apuntaría a familias de diferente capacidad financiera y compuestos en mayor medida por adultos mayores y mujeres. Los instrumentos para lograrlo son variados. Los gastos poco evitables, como presencia de adultos mayores en el hogar, probablemente deben ser enfrentados con políticas que mejoren su cobertura (por parte de los seguros, por ejemplo). Aquellos previsibles, como servicios dentales, requieren de políticas públicas que fomenten la prevención y autocuidado (como campañas y subsidios a exámenes diagnósticos). Finalmente, es posible deducir que los seguros y coberturas catastróficas no están siendo efectivas para todos los hogares chilenos. Considerar esta información permite un mejor diseño y desempeño de las estrategias a seguir, así como una expectativa más clara de lo que se puede lograr con cada una.

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