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¿Es la economía una ciencia?

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Soy uno de los ganadores de este año del Premio en Ciencias Económicas en memoria de Alfred Nobel y, por ello, agudamente consciente de la crítica a este galardón por quienes afirman que la economía -a diferencia de la química, la física o la medicina, para las cuales también se otorgan Premios Nobel- no es una ciencia. ¿Están en lo cierto?


Un problema que tiene la economía es que necesariamente se centra en la política, más que en el descubrimiento de aspectos fundamentales. Nadie se preocupa demasiado por los datos económicos, excepto para usarlos como guía para la política: los fenómenos económicos no tienen para nosotros la misma fascinación intrínseca que las resonancias internas del átomo o el funcionamiento de la vesícula y otros orgánulos de una célula viva. Juzgamos a la economía por lo que puede producir. Así, la economía se parece más a la ingeniería que a la física: es más práctica que espiritual.

No existe un Premio Nobel de Ingeniería, aunque debiera haberlo. Es cierto, el Nobel de Química de este año se asemeja un poco a un Nobel de Ingeniería, porque fue otorgado a tres investigadores -Martin Karplus, Michael Levitt y Arieh Warshel- “por el desarrollo de modelos multiescala de sistemas químicos complejos” que subyacen a los programas informáticos que permiten que los equipos de resonancia magnética nuclear funcionen. Pero la Fundación Nobel está obligada a considerar una cantidad mucho mayor de ese tipo de material práctico y aplicado cuando evalúa el Premio de Economía.

El problema que una vez que nos centramos en la política económica, entra en juego mucho de lo que no es ciencia. Se involucra la política y los gestos políticos son ampliamente recompensados por la atención pública. El Premio Nobel está diseñado para recompensar a quienes no buscan de atención mediante trucos y a quienes, en su sincera búsqueda de la verdad, podrían de otra manera resultar desairados.

¿Por qué se lo llama entonces premio de “ciencias económicas” y no de “economía”? Los otros premios no se entregan a las “ciencias químicas” y a las “ciencias físicas”.

Los críticos de las ciencias económicas a veces se refieren al desarrollo de una “seudociencia” de la economía, para lo cual sostienen que se usa la ceremonia de la ciencia, como una profusión de matemática, pero solo a manera de espectáculo. Por ejemplo, en su libro de 2004, ¿Existe la suerte? Engañados por el azar, Nassim Nicholas Taleb dijo sobre las ciencias económicas: “Se puede disfrazar el charlatanismo bajo el peso de las ecuaciones y nadie se dará cuenta, ya que no existe tal cosa como un experimento controlado”. Pero la física también recibe ese tipo de críticas.

Creo que la economía es un tanto más vulnerable que las ciencias físicas a los modelos cuya validez nunca será clara, porque la necesidad de aproximaciones es mucho mayor que en las ciencias físicas, especialmente porque los modelos describen personas en vez de resonancias magnéticas o partículas fundamentales. La gente puede cambiar de idea y comportarse en forma completamente distinta. Incluso tienen neurosis y problemas de identidad, fenómenos complejos que desde el campo de la economía conductual se consideran relevantes para entender los resultados económicos.

Pero no toda la matemática en economía es, como sugiere Taleb, charlatanismo. La economía tiene un lado cuantitativo importante, del que no podemos librarnos. El desafío ha sido combinar su perspicacia matemática con el tipo de ajustes necesarios para que sus modelos se adecuen al irreducible elemento humano de la economía.

El avance de la economía conductual no entra fundamentalmente en conflicto con la economía matemática, como algunos parecen creer, aunque puede chocar con algunos modelos económicos matemáticos actualmente de moda. Y, si bien la economía presenta sus propios problemas metodológicos, los desafíos básicos que enfrentan los investigadores no son esencialmente distintos de los que ocupan a investigadores en otros campos. A medida que la economía se desarrolle, ampliará su repertorio de métodos y fuentes de evidencia, aumentará la solidez de su ciencia y los charlatanes serán desenmascarados.

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