31 de diciembre de 2015. Usted está descorchando y festejando el asomo de un nuevo año y alguien le dice que en un año más Dilma estará destituida, Gran Bretaña embarcada en un doloroso divorcio con la Unión Europea, y Donald Trump será el nuevo presidente de EEUU. Así es, Trump, el magnate del reality, escuchó bien.
El pronóstico es tan absurdo que uno ni se molestaría en abordarlo. A alguien se le pasó la mano con los destilados. Pero hoy día es real, y las inversiones responden con revuelo ante tamañas sorpresas.
Tras un año inconcebible, la bolsa norteamericana irrumpe anticipando un festín de gasto, deuda, reducciones tributarias y desregulación. El índice Dow Jones coquetea con los 20.000 puntos y el ratio P/U se posiciona en niveles superiores a los de la antesala de la crisis subprime.
El mercado, entonces, está descontando muchas cosas positivas, como por ejemplo que Trump echará pie atrás en sus polémicas promesas proteccionistas (se limitará a lo cosmético), que la repatriación será fértil y que el mayor déficit fiscal tendrá un próspero multiplicador en la economía, visión que tiene muchos detractores.
Mientras tanto, Europa y Japón se oxigenan con dinero. El euroescepticismo brota con vigor y abunda la preocupación sobre el aumento de la deuda emergente en dólares. De seguir esta tendencia, será posible ver un euro rompiendo la barrera sicológica de 1 dólar, y algunos emergentes bailando con la fea.
Ante tanta incertidumbre, ¿no convendría rotar un poco más hacia la protección?
Empezar a administrar el riesgo no viene mal. Uno puede cerrar posiciones ante riesgo de tasas (títulos con mucha duración y poco spread) y riesgo sistémico (acciones volátiles).
Entonces, parece sensato realizar ganancias en las acciones globales más volátiles y moverse a aquellas más seguras e intensivas en dividendos (value) y a la renta fija aprovechando la corrección de tasas. Hoy día la deuda corporativa un poco más especulativa se presenta como un excelente invitado para los portafolios, dado que el mayor spread permite acolchonar los embates del aumento de tasas.
Protegerse hace sentido. Suena improbable una guerra comercial de EEUU con sus socios, o un Frexit tras las elecciones de abril en Francia, o que el comediante Beppe Grillo asuma como primer ministro en Italia, o que Guillier sea presidente de Chile, pero estamos en los años inconcebibles, hablemos en un año más.