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Libertad, propiedad y seguridad: el punto de partida

Ernesto Silva FARO UDD

Por: Ernesto Silva | Publicado: Jueves 18 de agosto de 2022 a las 04:00 hrs.
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Ernesto Silva

Al momento de enfrentar un proceso electoral, y especialmente en un plebiscito, las personas nos enfrentamos al desafío de sopesar y evaluar las posibles ganancias de un cambio, contra las posibles pérdidas que implicaría el mismo.

Eso sucede para el plebiscito del 4 de septiembre. ¿Qué es más relevante en las decisiones de las personas? ¿Las posibles ganancias o las posibles pérdidas?

“En etapas de tanta dificultad, parece interesante observar que las personas buscan resguardar valores clásicos de una democracia liberal. Cualquiera sea el resultado del plebiscito, los líderes políticos deberán tener eso en cuenta”.

Desde la perspectiva de las posibles ganancias, la promesa de nuevos derechos sociales pareciera ser el argumento dominante para algunos, incluso cuando su viabilidad de implementación sea discutible. Ya conocemos suficientes ejemplos de países que declaran largos catálogos de derechos, pero no definen las reglas que permiten generar el crecimiento y la estabilidad que los financien y sostengan en el tiempo. Otra línea argumental de posibles ganancias está dada -para algunos- por la incorporación al texto de nuevas temáticas que han tomado relevancia en la discusión pública, como el medio ambiente, aun cuando ello no se traduzca necesariamente en beneficios concretos para las personas.

La perspectiva de las pérdidas y amenazas, por su parte, ha tomado mucha fuerza en este plebiscito. Tanto el proceso de debate de la Convención Constitucional, como la campaña de las últimas semanas, han evidenciado que las personas están preocupadas por las posibles pérdidas que pueden sufrir de aprobarse la nueva Constitución. Ello explicaría, en parte importante, el hecho de que el Rechazo sea la opción con una mayor probabilidad de imponerse en las urnas.

Las personas ven amenazadas dimensiones relevantes de su vida. Ven afectados sus derechos más básicos. Están pensando en los derechos fundamentales, no sólo en los posibles derechos sociales que se prometen. Por ejemplo, ámbitos de su libertad de elección en salud y educación; sus derechos de propiedad, a través del concepto de justo precio en la expropiación (y no del precio de mercado), la limitación de heredar saldos de fondos de pensiones, o la incierta posibilidad de ser dueño de la vivienda; su percepción de seguridad, a través del debilitamiento de la estructura de las policías y de la eliminación de uno de los estados de excepción constitucional.

Por último, y aun cuando sea algo más complejo en su comprensión y análisis, las personas parecen intuir que la propuesta constitucional no establece suficientes contrapesos y controles al poder político que se define, y eso implica, al final del día, un riesgo para la libertad y los derechos personales.

Los últimos años han sido muy complejos, y han visto un debilitamiento profundo de las instituciones y las reglas de convivencia. En etapas de tanta dificultad, parece interesante observar que las personas buscan resguardar valores clásicos de una democracia liberal: libertad, propiedad, seguridad y limitaciones al poder del Estado. Cualquiera sea el resultado del plebiscito del 4 de septiembre, los líderes políticos deberán tener en consideración estos valores al momento de iniciar una nueva etapa.

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