Igualar sin crecer: el falso peldaño del programa del PC
La idea de “igualar antes de crecer” ha sido planteada por el comando de Jeannette Jara, la candidata del PC en las primarias oficialistas, como el corazón de su propuesta económica. No se trata solo de una consigna, sino de una apuesta deliberada por modificar el orden de las prioridades macroeconómicas bajo la premisa de que una mejor redistribución estimulará el crecimiento. Pero ¿qué ocurre cuando esa redistribución no proviene de un excedente productivo, sino de gravar o presionar a quienes ya generan ese crecimiento, que en el contexto actual es, además, limitado? La respuesta roza la ironía: se agota la capacidad de seguir igualando, precisamente porque no se ha creado nada nuevo que repartir.
El salario mínimo de $ 750.000 propuesto por Jara es el ejemplo más nítido de este error de diagnóstico. Más allá de los supuestos técnicos sobre su implementación “gradual” y los “escalones” diseñados para amortiguar su impacto, la propuesta encarecería el empleo formal en un país que ya padece de baja productividad, alta informalidad, un PIB tendencial que no supera el 2% y donde la tasa de desocupación no baja del 8% hace ya dos años. Construir una escalera de peldaños imposibles de subir no hace más realista el trayecto; solo posterga la caída.
Desde el propio comando de Jara se ha defendido esta estrategia como una forma de “crecimiento guiado por salarios”. Pero el sustento empírico de esa tesis es, en el mejor de los casos, débil. No existe evidencia concluyente –ni en Chile ni en economías comparables– de que un alza masiva del salario mínimo produzca, por sí sola, crecimiento económico. Tampoco ayuda que se reviva la noción de “crecimiento hacia adentro” o de “sustitución de importaciones”, disfrazada ahora de trenes al norte y planes de inversión intensivos en mano de obra. El déjà vu de los años ’70 es inevitable, y también sus resultados: bajo crecimiento, alta inflación, y empleo subsidiado, no sostenible.
La crítica no es que se quiera redistribuir mejor; es que se pretende hacerlo sin una base productiva sólida que lo sustente. Igualar con lo que otros producen, sin dar condiciones para que se produzca más y mejor, es simplemente regresivo.
En la otra vereda, el programa económico de Carolina Tohá, la candidata del Socialismo Democrático, al menos parte desde un diagnóstico realista, del que parece haber tomado nota tras la experiencia de participar en un Gobierno que no tenía el crecimiento entre sus prioridades. La exministra del Interior reconoce que sin crecimiento no hay bienestar posible, pero sus propuestas son limitadas –sus recetas en innovación abierta y colaboración territorial requieren más que buenas intenciones– y, por ahora, carecen de mecanismos conocidos para acelerar su implementación.
Así mientras una candidatura una promete subir por una escalera de papel; la otra insinúa definiciones, sin instrumentos claros ni respaldo político visible.
Más allá de la contienda oficialista, lo claro es que en momentos en que Chile necesita crecer es una necesidad -y no un lujo- recordar que la prioridad son las condiciones institucionales y de mercado habilitantes para producir.