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La carrera contra el cambio climático se acelera

Entre abril y junio, los fondos de inversión verdes recibieron US$ 71.100 millones en capital, sumando activos por más de US$ 1 billón a nivel mundial, según datos de Morningstar.

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Cuidemos el medio ambiente

Por: Marcela Vélez-Plickert | Publicado: Lunes 23 de noviembre de 2020 a las 04:00 hrs.
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Londres

Ha sido un despertar. Tras años ignorando, o cuestionando, las advertencias sobre el cambio climático, gobiernos y empresarios han comenzado una ofensiva para lograr reducir a cero las emisiones de dióxido de carbono. "El cambio climático nos hace más vulnerables a desastres naturales y a pandemias", repiten políticos, empresarios, analistas y administradores de fondos, que se han lanzado a una carrera en pos de la carbono-neutralidad.

El Reino Unido y Chile estuvieron entre los primeros países en anunciar, en 2019, que convertirían en ley los compromisos del Acuerdo de París, y la misión de reducir a cero sus emisiones a 2050. Mientras en Chile la Ley de Cambio Climático sigue en trámite, Londres ya la aprobó. Incluso, el primer ministro Boris Johnson está apostando por hacer de la "Revolución Industrial Verde" el eje de una nueva etapa de su gobierno, duramente criticado por su manejo de la pandemia.

No es el único. También este año y tras levantar las cuarentenas, nuevos gobernantes de Japón y Corea del Sur prometieron eliminar sus emisiones a 2050. La Comisión Europea lanzó el Green Deal con el mismo fin. El Parlamento Europeo presentó su propio plan. A pesar de los desacuerdos, y la resistencia de algunos países, lo más probable es que la Unión Europea inicie en 2021 las primeras reformas.

En la mayoría de los casos, no hay detalles aún de cómo se espera alcanzar la meta. Pero el plan de la UE y lo anunciado por Londres abarcan cambios radicales en la producción industrial, fuentes energéticas, finanzas, consumo, y en el mercado laboral. Todo, a nivel global.

Por ejemplo, medidas que se barajan en la UE incluyen adquirir ciertos insumos industriales solo en países que cumplan condiciones de protección medioambiental, pero también de derechos humanos y laborales.

"Tras la pandemia hay una especie de realización a nivel global de la necesidad de combatir el cambio climático, en un contexto de necesidades sociales", afirma Greg Vulturius, investigador senior del Instituto Medio Ambiental de Estocolmo.

La ONU estima que en 2021 los países responsables del 65% de las emisiones mundiales de dióxido de carbono, y que representan un porcentaje similar de la economía global, habrán adquirido ambiciosos compromisos por la carbono neutralidad. "Cada país, ciudad, institución financiera y empresa debe adoptar planes para la transición a las emisiones netas cero para 2050", declaró el secretario general Antonio Guterres, hace unos días.

Es la única forma, sostienen autoridades, como la vicedirectora de la Comisión Europea, Clara de la Torre, de cumplir con el compromiso de evitar que la temperatura aumente por encima de 1,5°C más de su nivel preindustrial. Pero China, responsable por casi un tercio de las emisiones mundiales, se tomará más tiempo. En septiembre, ante el pleno de la ONU, el presidente Xi Jinping anunció que el país asiático alcanzará su peak de emisiones en 2030, pero a partir de entonces las reducirá a cero a 2060. El anuncio tomó por sorpresa al mundo, incluso a los activistas, que esperan ansiosos que Beijing explique cómo logrará reducir 10 gigatones métricos del material en tan corto tiempo.

"Hay un consenso general en torno al Acuerdo de París. El problema es que lo propuesto hasta ahora sigue teniendo como supuesto el uso de tecnologías para capturar y remover el dióxido de carbono de la atmósfera. Esas tecnologías son necesarias, pero existe un riesgo de que no estén listas en la escala que se necesita a tiempo", afirma Vulturius.

BP lidera una alianza de empresas energéticas europeas que comenzarán a capturar y enterrar bajo el Mar del Norte 17 millones de toneladas de dióxido de carbono cada año. Varias multinacionales, bancos y fondos de inversión han hecho públicos sus compromisos de neutralizar su huella climática a 2050.

"Hay mucho dinero orientándose a inversiones sustentables. La inversión en energías limpias, como el hidrógeno verde, se ha acelerado", cita Vulturius.

Entre abril y junio, los fondos de inversión verdes recibieron US$ 71.100 millones en capital, sumando activos por más de US$ 1 billón (millón de millones) a nivel mundial, según datos de Morningstar. Según PwC, para 2025 la mitad de los fondos de inversión europeos tendrán como eje la inversión sustentable.

No es que el activismo político se haya instalado de repente en los directorios. Es una cuestión de precios y liquidez. En una actualización reciente de su estudio Carbonomics, Goldman Sachs advierte una reducción de 20% en el costo de descarbonización desde el año pasado. Una baja atribuida a un mayor desarrollo tecnológico y la irrupción del hidrógeno verde, industria a la que Chile busca sumarse.

También es un tema de liquidez. En un mundo de bajas tasas de interés, rendimientos limitados y efectivo abundante, los activos alternativos ofrecen mayores oportunidades.

Esta premisa hace aún más sentido cuando se lee el Capítulo 3 del último Panorama Económico Mundial del FMI, que anticipa que la próxima década estará dominada por el "estímulo verde": recursos fiscales que se orientarán a subsidiar nuevas tecnologías, promover la eficiencia energética e industrial, y descarbonizar. A partir de 2030 el efecto positivo del estímulo en el crecimiento bajará, es más, la carrera por la neutralidad tendrá un impacto inevitable en reducir las tasas de expansión a nivel global. Pero el impacto de no llegar a la meta será aún peor. El reloj avanza. Quedan 30 años.