Brasil se encuentra sumido en una severa crisis. Mientras el gobierno de la presidenta Dilma Rousseff afronta el mayor escándalo de corrupción en la historia del país, la economía está en camino de contraerse más de 1% este año, según el FMI, su peor desempeño en un cuarto de siglo. Sin embargo, aunque la luz al final del túnel todavía está lejos, en las últimas semanas la mayor economía de Latinoamérica ha comenzado a dar pasos importantes para recuperar la confianza.
La última señal fue la publicación de los resultados auditados de la petrolera estatal Petrobras, la mayor compañía del país, y una fuente de ingresos clave para el fisco. A mediados de octubre, PwC se negó a avalar un balance que no reflejaba el impacto de la crisis de corrupción en el valor de sus activos. La demora puso a Petrobras en riesgo de default y paralizó al mercado local de deuda. Tras cinco meses de retraso, las cifras finalmente fueron conocidas el miércoles y no fueron alentadoras. El episodio tuvo un costo de US$ 2.100 millones para la firma y los analistas dicen que Petrobras aún debe hacer un fuerte ajuste para recortar su deuda. Sin embargo, hay algo que muchos valoran. Tras los primeros esfuerzos de la empresa por ocultar los problemas, las últimas cifras son creíbles. "Sin importar cómo lo interprete el mercado, el hecho de haber llegado finalmente a una cifra trae más credibilidad", señaló Rafael Correa, analista político de Tendencias Consultoria.
Rousseff ha dicho que la publicación del balance marcará el inicio del fin de la crisis en la petrolera. Y probablemente también en la economía. Sin resultados auditados, la firma incumplió condiciones en sus contratos de bonos, y quedó fuera del mercado de deuda. Debido a que muchos de los casos de sobornos implicaban a sus proveedores, estos también vieron cerrado su acceso a emitir y sus líneas de crédito con la banca fueron cerradas. Desde el 14 de noviembre, ninguna compañía en Brasil ha podido colocar bonos en el mercado internacional, la mayor sequía desde 2008. Y la última emisión del gobierno fue en septiembre. Esto llevó a varias compañías locales a incumplir pagos o a acogerse a protección de acreedores.
Muchas empresas sólo estaban esperando que se resolviera la situación de la petrolera para retornar. "Aún vemos empresas que quieren emitir, pero los inversionistas querían saber cómo terminaba lo de Petrobras", dijo Pedro Bianchi, jefe de mercado de deuda de Bank of America en Brasil, quien ha sostenido conversaciones con al menos siete interesados en volver al mercado.
A comienzos de mes Fitch puso la perspectiva del crédito soberano de Brasil en negativo. En un reporte publicado el martes, otra agencia, Moody's, declaró que con la publicación de los balances, disminuyen "significativamente las probabilidades de un evento con implicancias de crédito negativas para la deuda soberana".
Promesa presidencial
Aparte de Petrobras, la naturaleza también está tendiendo una mano a la economía. La peor sequía en ocho décadas había dejado las reservas de agua en mínimos, y amenazaba con obligar a aplicar un racionamiento eléctrico que habría golpeado aún más a la ya debilitada producción. Sin embargo, el nivel de las represas ha aumentado de 22% a comienzos de marzo a 32% el 22 de abril, una cota que según el Operador Nacional del Sistema Eléctrico descarta ese riesgo.
Pero la señal más importante no viene del cielo sino de la propia presidenta, porque la mayoría de los economistas coincide en que se ha producido un giro en su política económica, tras años de manejo fiscal expansivo y contabilidad engañosa.
A fines de marzo la mandataria se comprometió "a hacer todo lo necesario para cumplir" la meta de superávit fiscal primario de 1,2% del PIB este año. La administración ya está impulsando recortes a los beneficios de desempleo y pensiones que permitirán ahorros por más de US$ 6 mil millones este año.
Y el ministro de Hacienda, Joaquim Levy, ha dicho que el gobierno está preparado para subir los impuestos aún más si los ingresos no son suficientes.
Fuentes del gobierno dicen que la autoridad ahora prevé congelar 80 mil millones de reales (US$ 26.600 millones) de gasto este año, una cifra mayor a los 60 mil millones que se estimaban antes.
"Aún es prematuro,pero sí hay un punto de inflexión en el sentido de que el antiguo régimen macroeconómico está muerto y enterrado. Y el nuevo equipo de Hacienda es excelente y esta desmontando las barreras regulatorias que han estancado la competitividad", comenta Paulo Vieira da Cunha, economista jefe de Research de Ice Canyon, en Nueva York.
En paralelo con los ajustes macro, Rousseff está avanzando en reformas micro largamente postergadas para mejorar la competitividad. El miércoles, el Congreso aprobó un proyecto que permite a las empresas locales tercerizar servicios ligados a su giro central, algo que antes sólo estaba limitado a las actividades secundarias, y que ayudará a las compañías locales a recortar sus costos.
Y el Ministerio de Hacienda está impulsando ahora un proyecto de ventanilla única para reducir los trámites que deben realizar las empresas para exportar. Según un estudio citado por la cartera, rebajar el tiempo necesario para exportar de trece a ocho días elevaría el PIB en 1,19 puntos porcentuales, equivalente a US$ 23.800 millones en 2016.
La dirección correcta
Pese a las señales, todavía falta para que se vean los resultados. "Todavía estamos cayendo. Lo peor va a llegar en el tercer y cuarto trimestre", dice la economista jefe de Rosenberg Consultores, Thais Marzola, que proyecta que el PIB se va a contraer 1,5% este año, antes de repuntar un moderado 0,5% en 2016. "Pero lo importante es que las erradas políticas económicas de los últimos cuatro años ahora van en la dirección correcta. Eso está impactando en la confianza y en los próximos meses ahí sí que veremos el punto de inflexión", pronosticó.
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