Economía

Jim O’Neill: ¿Qué camino seguirán los mercados emergentes en 2017?

Por: Jim O’Neill, Ex presidente de Goldman Sachs | Publicado: Martes 3 de enero de 2017 a las 04:00 hrs.
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Los observadores ocasionales podrían pensar que 2016 fue un año decepcionante para los llamados mercados emergentes. De hecho, en algunos de estos países ha habido los mejores rendimientos de inversión del año, mientras que esos índices han sido más bien mediocres en los mercados de algunos países desarrollados. Si un residente del Reino Unido con obligaciones en Brasil hubiera convertido todos sus reales brasileños en libras esterlinas a comienzos de año, habría perdido casi el 50% de su inversión.

De hecho, Brasil no es el único país emergente cuyos mercados se comportaron mejor que lo esperado en 2016. Pero es fácil de perder de vista cuando, a más de 15 años de que yo acuñara el acrónimo BRIC (Brasil, Rusia, India y China), la gente sigue metiendo una amplia variedad de países en una sola categoría de “mercados emergentes” que acaba confundiendo más que iluminando.

Se trata de un enfoque con poco sentido: no hay nada de “emergente” en Corea del Sur, cuyo PIB per cápita se acerca al de los países menos ricos de la eurozona, o en China, donde la compañía estadounidense más icónica (Apple) vende más productos que en Estados Unidos mismo. Probablemente la mayoría de los inversionistas exitosos ya lo veían así desde hace algún tiempo, pero en el año próximo otros deberían tomar nota.

En la actualidad, la proyección predominante para 2017 en los mercados emergentes señala que, bajo el próximo gobierno del presidente electo Donald Trump, Estados Unidos ampliará sus políticas de estímulo fiscal y la Reserva Federal restringirá la política monetaria. A su vez, esto fortalecerá el dólar, lo que podría crear problemas generalizados en los mercados emergentes.

Pero hay cuatro razones para cuestionar esta visión. Para comenzar, si bien los mercados se han comportado bien tras la elección de Trump, los inversionistas deberían recelar de los consensos aparentes. Nadie puede predecir con certeza la forma que tendrá la economía de Trump. Su victoria fue inesperada, por lo que gran parte del sólido comportamiento que hemos visto desde el día de las elecciones refleja los ajustes de quienes estaban muy posicionados para el resultado opuesto.

Tras el alza de tasas de interés de la Fed en diciembre, quienes llevaban una estrategia de “carry-trade” (tomar préstamos en dólares para comprar monedas que pagan mayores tasas de interés) han tenido que reducir sus posiciones. Ahora los inversionistas están posicionados para esperar que los mercados emergentes les decepcionen. Bien pudiera ser que las noticias inesperadas sobre las políticas económicas de Trump acaben produciendo una sorpresa positiva.

Segundo, si bien finalmente puede que llegue a su fin el alza de décadas de duración en los bonos de gobierno, no es nada de obvio que el dólar siga fuerte de manera indefinida, incluso si se aprecia frente a otras monedas en los años venideros. Durante mucho tiempo he creído que el dólar tiene una tendencia natural a apreciarse, pero ha habido numerosas ocasiones en que las autoridades estadounidenses le impidieron seguir fortaleciéndose o incluso lo debilitaron deliberadamente.

Si Trump desea recuperar la industria pesada en Estados Unidos, no le convendrá un dólar que se aprecia con rapidez. No hay duda de que muchos economistas han predicho que la política económica de Trump se parecerá a la de Reagan, que tuvo una evidente aversión a la intervención en el mercado. Pero el idealismo del laissez-faire de Ronald Reagan pronto tuvo que enfrentarse a la realidad, y en 1985 aceptó llegar al Acuerdo del Plaza, que regó un dólar depreciado sobre los mercados financieros globales.

Una tercera consideración para 2017 es que la expansión fiscal en Estados Unidos podría beneficiar a los países exportadores de productos básicos o commodities, al fortalecer el crecimiento cíclico y global. Si aumentan los precios de las commodities, como lo han hecho en las últimas semanas, las monedas de mercados emergentes como Brasil y Chile se podrían apreciar a medida que sus términos de comercio (el valor de las exportaciones con respecto a las importaciones) avancen en dirección positiva.

Finalmente, todo pronóstico para 2017 ha de tener en cuenta a China, la estrella de los mercados emergentes. Según una nota de un estudio reciente de Goldman Sachs en que se comparan los pronósticos consensuados de 2016 con el desempeño económico real, China superó las expectativas (aunque moderadamente).

Una vez más, cabe decir que las expectativas de crecimiento de China para el año próximo no son particularmente optimistas. Pero si su economía mantiene la ligera aceleración que ha mostrado desde el verano, seguirá el alza de los valores chinos. Más aún, incluso si el crecimiento general de China no se acelera, la demanda de bienes y servicios de los consumidores chinos seguirá aumentando.

Sin duda, al ascenso del consumidor chino es la tendencia económica más importante del mundo en la actualidad, y los populistas occidentales que, como Trump, atacan el comercio, harían bien en tenerla en cuenta. De hecho, no podría ser peor momento para reducir el comercio con China, dado que los mayores sectores exportadores de Occidente tienen ahora la oportunidad de aprovechar un enorme mercado nuevo.

De manera similar, sin duda habrá nuevas oportunidades adicionales de comercio e inversión en India, Indonesia, los países africanos y, quizás, Rusia. Considerando todo en su conjunto, el 2017 no será tan diferente a 2016: algunos mercados emergentes no ofrecerán muchas oportunidades de inversión, mientras que otros demostrarán ser muy lucrativos. Y, como en el caso de Brasil en 2016, puede que el desempeño económico general de algunos países no se refleje en el de sus mercados. El desafío será ver dónde ocurrirá así.

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