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El “pantano” de Washington descarrila la agenda comercial de Donald Trump

Las realidades del gobierno y de la economía global han bloqueado la estrategia del mandatario.

Por: Shawn Donnan | Publicado: Lunes 7 de agosto de 2017 a las 04:00 hrs.
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Donald Trump ganó la presidencia de Estados Unidos prometiendo desmantelar décadas de política comercial y “drenar el pantano” de Washington de grupos de presión y de internacionalistas, promoviendo su política de “EEUU primero” para traer de vuelta los empleos a las fábricas. Sin embargo, a seis meses del comienzo de su administración, el pantano parece estar no sólo intacto, sino descarrilando su estrategia comercial.

“En términos del comercio, el pantano todavía está allí”, comentó Dan DiMicco, el exdirector ejecutivo de Nucor Steel y asesor de campaña de Trump en asuntos de política comercial. DiMicco es un nacionalista económico que ha confesado su decepción ante el fracaso del presidente en cumplir sus promesas.

Trump y los funcionarios estadounidenses continúan prometiendo audaces acciones en materia comercial. Existen indicios de una línea de endurecimiento con respecto a China, con la administración considerando el lanzamiento de una investigación del régimen de propiedad intelectual y de transferencia de tecnología de Beijing. En su tercer día en el cargo, Trump también cumplió su promesa de sacar a EEUU del Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP, su sigla en inglés), conformado por doce países y negociado por la administración del presidente Barack Obama.

Pero las amenazas comerciales de Trump han sido recibidas con creciente escepticismo por los miembros de la comunidad empresarial, quienes han ganado varias batallas explotando divisiones dentro de la administración.

Creciente oposición

Los demócratas también han descubierto una vulnerabilidad en el fracaso del presidente de cumplir con una de las principales promesas populistas de su campaña. Hace dos semanas, los demócratas del Senado revelaron sus propuestas de política comercial -incluyendo restricciones impuestas a entidades chinas en relación con la compra de compañías estadounidenses- como parte de su intento de atraer a los votantes de la clase obrera que respaldaron a Trump.

Los demócratas también se han envalentonado debido a los enmarañados planes de Trump relacionados con el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (Nafta, su sigla en inglés ) con Canadá y México. Después de amenazar en abril con retirarse de lo que todavía llama con regularidad el “peor acuerdo comercial”, la administración de Trump iniciará este mes una renegociación que, según sus propios objetivos públicamente anunciados, parece muy probable que resulte en pocos cambios importantes, si los hubiera, de la ortodoxia comercial estadounidense.

Trump también se enfrenta a una dura batalla en el Senado, tanto con demócratas como con republicanos, por su plan de instalar al excongresista Scott Garrett, un conservador que durante un largo tiempo se ha opuesto al Banco de Exportaciones e Importaciones (EXIM), como su nuevo jefe. Garrett ha pedido que se cierre el banco, que proporciona finanzas y ayuda a los exportadores estadounidenses.

Frustración económica

Pero la mayor frustración para los nacionalistas económicos es el retraso en el plan de restringir las importaciones de acero, el cual los funcionarios prometieron a fines de junio que estaba a tan sólo unos días de ser implementado.

El plan, que consiste en usar una ley de la era de la Guerra Fría que permite al presidente invocar la seguridad nacional para restringir importaciones, tiene como objetivo principal obligar a China a reducir la enorme producción de acero que ha resultado en la reducción de los precios mundiales. Pero se ha estancado en un debate interno impulsado por el lobby de todas las partes interesadas: productores de acero, la comunidad empresarial más amplia de EEUU y los aliados y socios comerciales de Asia y Europa.

La contienda en materia de acero ha enfrentado a defensores de una estrategia dura -como Wilbur Ross, el secretario de Comercio- y a nacionalistas económicos de la Casa Blanca con figuras procomerciales, como Gary Cohn, el exejecutivo de Goldman Sachs que lidera el Consejo Económico Nacional de Trump. También parece haber ocasionado que el representante comercial estadounidense de Trump, el ex abogado de la industria del acero Robert Lighthizer que se dice está cada vez más cerca de Cohn, haya permanecido visiblemente al margen de lo que algunos consideran como un signo de su escepticismo sobre el ejercicio.

Ross se quejó ante congresistas durante una reciente reunión privada de que el plan estaba enfrentando ciertas “complejidades”, incluyendo los discrepantes intereses de los productores y de los usuarios del acero y las amenazas de represalias por parte de socios comerciales como la Unión Europea (UE).

Según personas informadas de las discusiones, el resultado ha sido la transformación de un audaz plan para imponer un arancel único de hasta un 25% sobre las importaciones en algo mucho más complicado.

El escenario más probable actualmente es un elaborado sistema de cuotas y aranceles que excluiría las importaciones de Canadá y México. También incluiría un período de 90 días para que las empresas presionaran para que se excluyan ciertos productos y para que la administración organizara una nueva ronda de negociaciones con otros países productores de acero.

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