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Negacionismo del coronavirus amenaza el futuro político de Bolsonaro

El comportamiento del presidente brasileño, al que se ha descrito como “una crisis ambulante”, provoca una reacción negativa entre sus aliados.

Por: B. Harris y A. Schipani | Publicado: Viernes 3 de abril de 2020 a las 04:00 hrs.
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La mayoría de los gobernadores de la nación, incluyendo a sus aliados, se han distanciado públicamente de Bolsonaro.
La mayoría de los gobernadores de la nación, incluyendo a sus aliados, se han distanciado públicamente de Bolsonaro.

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Sao Paulo

Cuando Brasil entró en su tercera semana de cuarentena, el presidente Jair Bolsonaro comenzó a impacientarse. “El virus está aquí. Tenemos que enfrentarlo como hombres, maldito sea. Todos moriremos algún día”, dijo el líder de derecha el domingo, pocos días después de anunciar una nueva campaña que instó a los ciudadanos a romper el autoaislamiento y regresar a sus trabajos.

El hecho de que el presidente está ignorando las directrices internacionales, sin mencionar las políticas de su propio ministro de Salud, lo ubica entre un número cada vez menor de líderes internacionales, incluyendo el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador y el líder bielorruso Alexander Lukashenko, que han minimizado los riesgos del Covid-19.

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Pero el comportamiento de Bolsonaro también ha provocado una reacción negativa que podría amenazar su futuro político y la estabilidad de la democracia más grande de América Latina. La mayoría de los gobernadores de la nación, incluyendo a sus aliados, se han distanciado públicamente del presidente. El Senado y su ministro de Salud lo han contradicho. Mientras tanto, los habitantes en cuarentena de las ciudades más grandes de Brasil están participando en “panelaços” nocturnos, protestas en las que los participantes golpean ollas y sartenes para expresar su descontento por el manejo de la crisis.

“Ya no podemos esperar al presidente. Él es una crisis ambulante. Está totalmente fuera de contacto con los gobernadores, con los alcaldes. Hoy, la salvación del país en la lucha contra el coronavirus está en manos del ministro de Salud”, dijo José Nelto, subdirector del partido centrista Podemos.

A medida que el número de casos del virus se acerca a 8 mil, con cerca de 300 muertes, algunos medios locales y algunos legisladores han comenzado a pedir la renuncia o la destitución de Bolsonaro.

“Es la primera vez que Bolsonaro ha enfrentado una resistencia colectiva y casi unánime de los gobernadores frente a las medidas que ha adoptado”, afirmó Eloísa Machado, una especialista de derecho constitucional de la Fundación Getúlio Vargas en São Paulo. “Y el Congreso y la Corte Suprema Federal también han expresado públicamente sus preocupaciones”.

Machado agregó que estaba en comunicación con el fiscal general de Brasil debido a preocupaciones de que Bolsonaro pudo haber cometido un “delito de responsabilidad” al alentar a los ciudadanos a ignorar las medidas de salud pública.

Cálculo político

Según algunos analistas, el impulso de Bolsonaro para terminar el autoaislamiento es un intento para revitalizar su base, una colección de grupos conservadores, incluyendo fieles evangélicos que quieren que se les permita reunirse y rezar en las iglesias.

Pero también ha sido considerado como un intento de cerrar el abismo entre el presidente y la vasta, pero marginalizada, economía informal de la nación, que abarca a cerca de 38 millones de brasileños. Los cierres forzados de tiendas y negocios en todo el país han dejado a esos ciudadanos sin ingresos.

“Tenemos que trabajar. Hay muertes, pero eso depende de Dios”, le dijo un hombre que cocinaba brochetas de carne a Bolsonaro mientras el presidente recorría un suburbio de bajos ingresos de Brasilia el domingo. “Si no morimos de la enfermedad, moriremos de hambre”.

La táctica de Bolsonaro, sin embargo, corre el riesgo de alienar a los brasileños ricos y de ingresos medios, que anteriormente habían apoyado su ideología de libre mercado pero que ahora temen sus políticas de salud pública.

“Ha perdido el apoyo de grupos importantes que lo colocaron en la presidencia, algunas de las personas más ricas y también algunas de las personas de más edad”, dijo Bruno Carazza, profesor de derecho en Ibmec en Sao Paulo. Al igual que Donald Trump, cuya respuesta al coronavirus en EEUU ha sido influenciada por la inminente elección presidencial, Bolsonaro parece estar concentrándose en las importantes elecciones municipales de este año en Brasil. Si puede dominar esa contienda, el excapitán de ejército estará en una posición fuerte para ganar la reelección en 2022.

“Lo único que le importa es salvar a su gobierno y, sobre todo, su imagen, con miras a las próximas elecciones”, decía un editorial en Estadão, uno de los periódicos más grandes del país.

Mientras tanto, Folha de São Paulo, otro importante diario, preguntó si un proceso de juicio político podría ser lo único que lo detuviera. Las figuras de la oposición están presionando para su renuncia.

Pero según los analistas, un juicio político es un resultado poco probable en este momento. El proceso de destitución requiere tres elementos al mismo tiempo: una crisis económica, una fuerte opinión pública contra el presidente y una justificación legal, dijo Matías Spektor, de la Fundación Getúlio Vargas.

“Todos se están desarrollando: se acerca una crisis económica y se está formulando el argumento legal de delito de responsabilidad por poner en riesgo la salud. Y hay protestas, pero aún no hay suficiente presión popular a favor del juicio político. Los tres elementos aún no se han cumplido”.

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