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El secreto espiritual de la Madre Teresa de Calcuta

En la mañana del próximo domingo 4 de septiembre, el Papa Francisco canonizará en la plaza de San Pedro a la fundadora de las Misioneras de la Caridad, acto que tiene lugar durante el Año Santo Extraordinario de la Misericordia. En la Catedral de Santiago, a las 11:00 hrs., el Cardenal Ricardo Ezzati celebrará una misa de acción de gracias por la canonización de Santa Teresa de Calcuta.

Por: Jean-Marie Guénois | Publicado: Viernes 2 de septiembre de 2016 a las 04:00 hrs.
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El secreto se habrá conservado durante mucho tiempo… ¡Pero la Madre Teresa, a quien el Papa Francisco va a canonizar en septiembre próximo, prácticamente habrá pasado su vida como si no hubiese tenido fe! Esta religiosa, amiga de los pobres, de los papas, y conocida a nivel mundial, no experimentó en sí misma -y durante décadas- sensación alguna de “la presencia de Dios”, es decir, paradojalmente, una especie de fe en estado puro, puesto que creía firmemente en Dios, pero sin tener no obstante señal interior alguna del mismo… Fenómeno común en numerosos santos, que los teólogos llaman “la noche de la fe”.

Y como esta mujer menuda tenía carácter de fundadora, es decir, de patrona -y pronto de santa patrona-, prohibió a su confesor y a las personas cercanas revelar ese gran secreto sobre el silencio de su alma. Fue preciso entonces esperar diez años después de su muerte, que tuvo lugar el 5 de septiembre de 1997, para que el Padre Brian Kolodiejchuk, postulador para la causa de su beatificación (encargado de tramitar el expediente del proceso de beatificación y luego de canonización), terminase revelándolo al grueso público. Él se justificó de la siguiente manera: “Siempre rehusó obstinadamente hablar de su vida personal, porque deseaba que la atención de nuestros contemporáneos se dirigiese a Jesús y no a ella. Sus cartas y los testimonios fueron con todo incluidos en el expediente de la causa, y la prueba de su noche espiritual comenzó inevitablemente a conocerse”.

En 1959, la Madre Teresa redacta, por ejemplo, una meditación titulada “En la oscuridad”. Comienza con estas palabras: “Señor, Dios mío, ¿quién soy yo para que puedas dejarme caer?”. Y más adelante: “¿Dónde está mi fe? Incluso en lo más profunda de mí misma no hay sino vacío y oscuridad”. El Padre Kolodiejchuk, que estuvo en contacto con ella durante veinte años, explica: “Esa noche de la fe comenzó a atormentarla cuando fundó su congregación e inició su misión con los más pobres; pero no se debe olvidar que en 1946 y 1947 vivió una unión con Jesús que un sacerdote que la acompañaba calificó ´como unión profunda, continua y violenta´. Así, en cambio, en esa oscuridad interior experimentó cierto sentimiento de pérdida y la impresión de no ser amada, de ser incluso rechazada, y en todo caso de permanecer en una gran soledad, tanto más crucificante por haber en ella un deseo muy intenso de Jesús”. Agrega en lenguaje místico: “Ella vivía eso como participación en los sufrimientos extremos de Jesús en el episodio del jardín de Getsemaní, un sentimiento de abandono experimentado por Cristo poco antes de su pasión”.

Monseñor Francesco Follo, sacerdote italiano, que también la conoció muy bien en Roma y hoy vive en París porque es observador de la Santa Sede en la ONU, atestigua: “Me ocupé de una de sus comunidades de religiosas durante veinte años. Cuando yo celebraba la misa, todas las personas presentes la miraban, porque muchas venían para verla; pero ella miraba fijamente el altar y el tabernáculo. Su fe era sólida. No hay que equivocarse entonces en la interpretación de esa ´noche de la fe´. Todos los grandes santos la conocieron: Santa Teresa del Niño Jesús, San Juan de la Cruz, San Francisco de Asís, San Juan María Vianney, también San Pablo. Es una prueba de purificación, una aridez del alma que Dios permite para preservarlos del orgullo y del egoísmo. Así, no habría que interpretar esta experiencia considerando lo que no es y pensar que la Madre Teresa vivió una vida contra su voluntad. Puedo afirmar que si la Madre Teresa conoció la oscuridad de la fe, jamás dudó de Cristo y de la fe”.

Ese prelado jovial, que publicó en Francia dos libros de espiritualidad sobre la Madre Teresa -Prier 15 jours avec Mère Teresa (Orar 15 días con la Madre Teresa), en Nouvelle Cité, y un libro conmovedor, reproducción del libro de oración de la Madre Teresa, Mon livre de prière (Mi libro de oración), en Parole et Silence-, agrega: “Lo que siempre me impresionó ante todo en ella es su alegría. ¡No tenía nada de siniestro! Sembraba la alegría en todos los lugares por donde pasaba, como una madre amante. Tres palabras sin cesar volvían a ella, que se expresaba en inglés: ´cheerfulness´, el gozo, la alegría, ´total surrender´, el abandono total en Cristo, y sobre todo ´loving trust´, el amor confianza”. Este sacerdote dice también estar marcado por esta frase antídoto de depresión que guiaba a esta santa: “No permitid que tristeza alguna sea tan fuerte como para haceros olvidar que Cristo resucitó”.

Una santa encarnada

Pero la Madre Teresa, que eligió este nombre por filiación espiritual con Santa Teresa del Niño Jesús, no estaba, sin embargo, en las nubes. Así lo muestra este otro recuerdo, que marcó a ese sacerdote y dice mucho sobre esa mujer espiritual con los pies muy bien puestos sobre la tierra: “Cuando visitaba una de sus casas de religiosas, lo primero que hacía era ir a saludar a Jesús en la capilla y luego se retiraba a un rincón de la sala común de las religiosas -que duermen en dormitorio común porque no tienen nada propio, viviendo únicamente de donaciones- para hablar con la superiora y saber como estaban… ¡las cuentas de la casa!”.

Una santa encarnada, entonces, tanto así que el Papa Francisco dijo sobre ella al ir a Albania, país natal de la Madre Teresa, en septiembre de 2014: “¡Me habría dado miedo si ella hubiese sido mi superiora!”. Este Papa hablaba en broma, como le gusta hacerlo, pero describía bien la tremenda reputación de esta mujer, que nunca tuvo miedo de predicar a destiempo, especialmente contra el aborto. “Admiré la fuerza, la decisión de sus intervenciones -confió Francisco ese día-, ella decía lo que quería decir”.

Así se observa en una de sus últimas y escasísimas entrevistas, concedida el 23 de mayo de 1997 a L’Osservatore Romano, tres meses antes de morir: “Pido a las mujeres que desean abortar dar nacimiento al niño y después dármelo”, dijo la Madre Teresa, precisando: “Nos ocupamos de los más pobres, de los que todo el mundo rechaza, porque en ellos está Cristo. La verdadera enfermedad no es física, sino espiritual. La calamidad más terrible para el hombre no es la guerra, sino vivir sin Dios. Si no hay Dios, todo está permitido. Y si la ley permite el aborto y la eutanasia, ¿cómo asombrarse de que existan guerras?”.

Galardonada con el Premio Nobel de la Paz, que aceptó el 17 de octubre de 1979 “en nombre de los pobres”, a los cuales otorgó totalmente la suma, al recibir esa distinción no vaciló en decir ante los micrófonos y las cámaras de todo el mundo: “En nuestros días, matamos a millones de niños por nacer, y nada decimos. Recemos todos para tener el valor de defender al niño por nacer y para dar al niño la posibilidad de amar y ser amado”.

El otro combate inmenso de su vida fue la asistencia a los más pobres, especialmente en los hogares para moribundos de Calcuta, donde reposan sus restos, pero también en todas partes del mundo, puesto que la Congregación de las Misioneras de la Caridad, fundada por ella, cuenta hoy en día con más de tres mil hermanas, conocidas por su famoso sari blanco con franjas azules en homenaje a la Virgen María, y 500 hermanos, repartidos en 710 comunidades, en 133 países. Todas estas comunidades se encuentran junto a los más rechazados, los últimos de los últimos, quienes precisamente ya no cuentan con nadie, lo cual era precisamente el carisma inspirador de esta religiosa, inicialmente profesora, pero que deseó, a los 36 años, fundar su orden a continuación de un “segundo llamado de Cristo” para los pobres.

Curiosamente, fue en esos dos temas, aborto y pobreza, donde se enfrentó con la mayor oposición. Aun cuando esta religiosa fallecida a los 87 años era conocida a nivel mundial y mucho más allá de los círculos católicos -300 millones de indios siguieron en la televisión las exequias nacionales de Calcuta en 1997; 300.000 personas se dirigieron a Roma para su beatificación en octubre de 2003 por Juan Pablo II, de quien era muy cercana-, fue acusada en la India, en los medios nacionalistas hindúes, de “convertir a los pobres al cristianismo”, y en ciertos medios occidentales de oponerse sobre todo a la liberación de la mujer. Así, en febrero de 2015, la Conferencia Episcopal de la India debió replicar a Mohan Bhagwat, jefe de la organización nacionalista: “A la pregunta para saber qué impulsaba a la Madre Teresa a ofrecer un servicio tan eficaz a los pobres, ella siempre respondió que deseaba ayudar a un hindú a vivir siendo un mejor hindú, a un musulmán a vivir siendo un mejor musulmán y a un cristiana a vivir siendo un mejor cristiano, en el respeto a la dignidad de ser humano de cada uno”.

 

Aborto: "Es la guerra en contra de los niños, el asesinato directo de los inocentes, el asesinato de una madre a sí misma".

Párrafos seleccionados del discurso de la Madre Teresa sobre el aborto.
Washington, D.C. – 4 de febrero de 1994.

"Siento que el mayor destructor de la paz hoy en día es el aborto, porque si Jesús dijo 'Quien recibe a este pequeño, me recibe a mí', entonces cada aborto es el rechazo a la venida de Cristo. Es la guerra en contra de los niños, el asesinato directo de los inocentes, el asesinato de una madre a sí misma.


"Si nosotros aceptamos que una Madre asesine a su propio hijo, ¿cómo entonces podemos decirle a otros que no se maten entre sí? ¿Cómo podemos convencer a una mujer de no tener un aborto? Como en todo, debemos persuadirla con amor y nos recordamos que amar significa dar hasta que duela. Jesús dio hasta su vida por amarnos. Así es que, la Madre, que esté pensando en tener un aborto, debe ser ayudada a amar, o sea dar hasta que le duelan sus planes, o su tiempo libre, para que respete la vida de su hijo. El Padre de ese niño, quien quiera que sea, debe dar también hasta que le duela. Con el aborto, la Madre no aprende a amar, sino a matar hasta su propio hijo para resolver sus problemas.


"Y con el aborto, al Padre se le dice que no tiene que tener responsabilidad alguna por el niño que ha traído a la vida. El Padre es capaz de poner a otras mujeres en la misma circunstancia. Por lo tanto el aborto solo lleva a más abortos. Cualquier país que acepte el aborto, no le enseña a su gente a amar, sino a utilizar violencia para recibir lo que quieran. Es por esto que el mayor destructor del amor y de la paz es el aborto.
"Mucha gente se preocupan bastante por los niños de la India, con los niños de Africa donde muchos mueren de hambre, etc. Mucha gente también se preocupan por toda la violencia en esta gran nación de los Estados Unidos. Preocuparse por esto es bueno. Pero casi siempre a esta misma gente no les interesan los millones que intencionalmente están siendo asesinados por decisión de sus propias Madres. Y este es el mayor destructor de la paz hoy en día - el aborto cegó a la gente.


"Les diré algo hermoso. Luchamos contra el aborto con la adopción, cuidando a la Madre y adoptando al niño. Hemos salvado a miles de vidas. Le hemos comunicado a las clínicas, a los hospitales y a las estaciones de policía :"Por favor no destruyan a los niños; nosotras nos encargaremos de ellos." Así es que siempre tenemos a alguien que le dice a las Madres en problemas: " Vengan, nosotros te cuidaremos, le conseguiremos un hogar a tu hijo." Y tenemos una gran demanda de parejas que no pueden tener hijos pero nunca le daré un hijo a una pareja que han hecho algo para no tener a un hijo. Jesús dijo "Quien quiera que reciba a este niño en mi nombre, a Mí me recibe." Al adoptar a un niño, estas parejas reciben a Jesús pero, al abortar a un niño, la pareja rechaza a Jesús.


"Por favor no asesinen a los niños. Yo quiero a los niños. Por favor entréguenme los niños. Yo estoy dispuesta a aceptar a cualquier niño que lo hayan querido abortar y se lo entregaré a una pareja casada que lo amará y serán amados por ese niño".

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