Cartas

Una crisis de alcance regional

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Imagen foto_00000001or muchos años, la revolución bolivariana que fundó Hugo Chávez en 1999 fue capaz de contener dentro de sus fronteras los efectos de su inmenso fracaso como proyecto político y propuesta de desarrollo. Mientas los precios del petróleo fueron altos, la principal amenaza del chavismo para la región fue más bien ideológica, el temor de que su influencia política se expandiera a través de mecanismos como el ALBA y Unasur, impulsada por los petrodólares de PDVSA. La muerte de Chávez y el fin del boom petrolero sepultaron ese riesgo.

Hoy, la total implosión de la economía venezolana y el colapso de sus finanzas públicas —el solo dato del 1.000.000% de inflación este año lo dice todo— está generando un nuevo tipo de peligro para los países de la región: más de 2,3 millones de venezolanos han cruzado sus fronteras huyendo del régimen de Nicolás Maduro. Escapar de una represión política que sólo parece recrudecer también impulsa a muchos de ellos. La ONU habla sin rodeos de una crisis humanitaria y clasifica como refugiados a los miles de venezolanos que cada día abandonan su país a pie en dirección a Colombia, Brasil, Ecuador, Perú. Sólo este año es posible que lleguen a Chile unos 200 mil de ellos.

La magnitud de este éxodo supera con creces la dimensión humanitaria —que de por sí es dramática y en muchos casos desgarradora—, y se ha convertido en un problema de orden geopolítico. Gobiernos de la región, incluido el nuestro, han debido idear formas para lidiar con el masivo influjo de migrantes, así como mecanismos para enfrentar algunas de sus derivadas más perniciosas, como los brotes puntuales de intolerancia y xenofobia que se han visto en ciertas partes, incluso con quiebres del orden público.

A la región sólo le queda perseverar en estos y otros esfuerzos por integrar a estos migrantes forzados. Pero al mismo tiempo debe intensificar las medidas que aíslen diplomáticamente al gobierno de Maduro y que brinden apoyo a quienes busquen una transición política pacífica en Venezuela. Porque a estas alturas sólo un cambio de gobierno puede ofrecer una esperanza de salida para el drama venezolano.

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