Andrés Sanfuentes

Contradicciones políticas e inmigrantes

Andrés Sanfuentes Ingeniero comercial universidad de chile. Miembro del directorio del Centro de Estudios del desarrollo

Por: Andrés Sanfuentes | Publicado: Viernes 30 de diciembre de 2016 a las 04:00 hrs.
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El tema de los inmigrantes ha surgido en los medios de comunicación y en la preocupación política. La respuesta del gobierno ha sido que enviará un proyecto al parlamento para modificar la ley de 1975. El programa de la presidenta Bachelet incluyó tratar el tema, iniciativa que se fue postergando, aparentemente a causa de controversias al interior del Ejecutivo y la Nueva Mayoría.

La propuesta enfrenta diversos inconvenientes, partiendo por la complejidad del tema, agravada por la rapidez del cambio en la situación migratoria del país, que en pocos lustros pasó de un país con emigración neta a inmigración neta, para lo cual no estaba cabalmente preparado. Además, el cuadro político refleja tendencias al inmediatismo y al populismo.

En la izquierda aparecen quienes enfatizan los DDHH de los inmigrantes, a quienes se les debe recibir sin restricciones y otorgarles los mismos beneficios que a los chilenos. En la Nueva Mayoría se han agudizado las contradicciones, ya que aparecen dos sectores en posiciones más radicalizadas, el Partido Comunista y el PPD. El primero, ante la debilidad de sus banderas ideológicas tradicionales, como eran la lucha de clases y la defensa del mundo obrero, intenta asumir la defensa de los más débiles, entre ellos los inmigrantes pueden ser un símbolo. El PPD, frente a su tradicional indefinición ideológica, propia de su postmodernismo, asume banderas que podrían ser populares, como los DDHH de los extranjeros. El Partido Socialista atraviesa por un período de disputa entre sus facciones y muestra diferentes posturas en temas específicos. Por su parte, la Democracia Cristiana refleja su pérdida de identidad doctrinaria que la ha caracterizado en los últimos decenios y expresa el “si bien es cierto no es menos cierto”.

El tema ha reflotado en la derecha, reflejando sus expresiones históricas, que se revelan en el conservantismo tradicional y en el actual neoliberalismo, heredero de la narrativa liberal. En el último caso, para su ideología estricta, frente a la inmigración se debería tener puertas abiertas, pues quienes llegan aumentan la fuerza de trabajo que el país necesita para seguir progresando, especialmente si se trata de emprendedores que desarrollarán nuevas actividades o trabajadores especializados que mejorarán la productividad. Por otra parte, los mercados, que se ajustan con prontitud, resolverían las imperfecciones que podrían ocurrir ocasionalmente; en todo caso, los intentos del Estado por regular este proceso solo agudizarían las fallas transitorias. Sin embargo, los mercados son imperfectos.

Los segmentos más conservadores presentan una postura diferente, el temor al extranjero, en especial cuando son de origen latinoamericano. Esta distancia está asociada a la historia del país y al clasismo que lo ha caracterizado desde la Colonia. En los primeros siglos de la Capitanía General llegó al país una mayoría española desplazada, que no venía acompañada por sus esposas ni familias, por lo cual buscaron unirse a mujeres indígenas, consideradas inferiores en la escala social, pero que dieron origen al mestizaje que caracteriza a la población chilena.

Desde entonces Chile ha recibido muy pocos inmigrantes, por ser desde siempre un lugar pobre, lejano y con una estructura social elitaria. Históricamente, la ideología conservadora ha sido nacionalista y cerrada a las inmigraciones, como lo refleja que la única iniciativa importante de atracción de extranjeros se dio en el siglo XIX con la llegada de alemanes en el sur; las otras corrientes foráneas corresponden a iniciativas aisladas o a “rebalses” desde países cercanos, pero no a decididas iniciativas gubernamentales, como ocurrió en Argentina.

En consecuencia, la renuencia hacia el extranjero, que caracteriza a algunos segmentos de la sociedad chilena, ayuda a explicar la tardanza en normar la ola inmigratoria. Sin embargo, la importancia del fenómeno obliga a responder con una política integral, para evitar el desconcierto de las autoridades y un desorden que va mucho más allá del problema de las visas y los indocumentados. Se requieren definiciones postergadas por años frente a un fenómeno que ya no se puede detener y que podría ser muy conveniente para el desarrollo del país. Esta iniciativa también puede ayudar a desnudar carencias que afectan a toda la población.

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