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DF Tax | ¿Y si nos deshacemos del impuesto de Primera Categoría?

Claudio Bustos, socio de Bustos Tax & Legal

Por: Claudio Bustos | Publicado: Jueves 17 de diciembre de 2020 a las 04:00 hrs.
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Claudio Bustos

Hagamos un ejercicio agresivo de reflexión: ¿qué pasaría si derogamos el impuesto a la renta a las empresas, el tan conocido impuesto de Primera Categoría? Desde luego, la primera respuesta a la pregunta anterior es otra pregunta: ¿por qué quisiéramos derogar dicho impuesto? Razones hay varias.

En primer lugar, el impuesto a la renta de las empresas está lejos de ser la principal fuente de recaudación fiscal, no sólo en Chile, sino en la gran mayoría de los países a nivel mundial. En efecto, las arcas fiscales se ven favorecidas, fundamentalmente, por el impuesto al consumo, el que en nuestra legislación conocemos como "Impuesto al Valor Agregado" (IVA) y que en otros países simplemente funciona como un "Impuesto General a las Ventas" (IGV) o "Sales Tax".

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En segundo término, al no existir un impuesto de Primera Categoría, las empresas podrían disponer libremente del 100% de su utilidad para fines de reinversión, ya sea en el mismo negocio o en otro diferente e, incluso, podrían destinar mayores recursos a la compensación de sus empleados y trabajadores, sea por la vía de mejores salarios o de pago de bonos por desempeño. Así, la eliminación de este tributo debería fomentar la inversión y crecimiento económicos.

En tercer lugar, la derogación del impuesto a las empresas probablemente reduciría el endeudamiento de estas últimas, al tener mayor capacidad para autofinanciarse.

Como cuarto punto importante, el impuesto de Primera Categoría no es necesariamente progresivo, como podría pensarse, pues es factible suponer que el costo económico de dicho tributo, al menos en parte, puede ser traspasado por la compañía a sus trabajadores o colaboradores, traducido en una menor capacidad remuneratoria.

Por otra parte, la ausencia de un impuesto a la renta de las empresas, permitiría gravar con mayor libertad las rentas que se destinan estrictamente a consumo y gasto, como lo serían los dividendos pagados a los socios, las rentas de las personas de más alto patrimonio, y los gastos incurridos por las empresas que no estén dirigidos a los fines propios del negocio, en cuyo caso se gravarían con un impuesto penalidad tal como ocurre en la actualidad con los gastos rechazados.

Asimismo, esta innovación normativa podría dar lugar a perfeccionar el hecho gravado del IVA, haciéndolo menos regresivo, estableciendo tasas diferenciadas para ciertos productos y servicios, y ampliando el hecho gravado a servicios que en la actualidad no se encuentran afectados por dicho impuesto.

Finalmente, la eliminación del impuesto de Primera Categoría contribuiría enormemente a una mayor simplicidad del sistema tributario, lo cual permitiría a las empresas ahorrar cuantiosas sumas de dinero en asesores, abogados y contadores, aunque sea con el pesar de quienes nos dedicamos a este rubro. Impuestos más o impuestos menos, el interés del Fisco es recaudar, por lo que la existencia de un impuesto en particular es banal. Así como Hannah Arendt sostuvo en los años 60´ su tesis sobre la "banalidad del mal", podríamos afirmar hoy la "banalidad de los impuestos".

Al igual que Arendt, guardando las debidas proporciones, es probable que nuestro planteamiento sea objeto de amplia crítica, en nuestro caso por sectores conservadores en materia fiscal, pero no es mi intención proponer ni afirmar nada, sino simplemente dar un poco de chispa a la discusión tributaria. Veamos si prende.

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