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Esto no es desarrollo

“Hay dos panes, usted se come dos y yo ninguno, consumo promedio un pan por persona”...

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“Hay dos panes, usted se come dos y yo ninguno, consumo promedio un pan por persona”. Con esta poética imagen, Nicanor Parra no sólo enseña los resortes de la antipoesía, sino que ofrece la dimensión precisa de la “antipolítica”, de aquello que esconde las cifras macroeconómicas de un país en desarrollo, a saber: las profundas desigualdades que despuntan cuando se corre un poco el maquillaje de la prosperidad.

Cuando nos dicen que Chile se encuentra en una situación inmejorable para alcanzar el desarrollo, porque nuestro PIB per cápita, ajustado por el poder de compra, es de 
US$ 16.172 y que de seguir creciendo superaríamos los US$ 20 mil, francamente es para ilusionarse. Sin embargo, si analizamos el fondo de desigualdad que vela el desarrollo, notamos que, como toda ilusión, hay ahí un engaño.

El 75% de los hogares chilenos vive con menos de $795 mil, si lo comparamos con el ingreso mensual promedio del 1% de los hogares más ricos, que según la Fundación Sol, es de $7.843.061, observamos que a un grupo le tocan sólo las migajas.

Pero la ironía de Nicanor no queda ahí. Hemos diseñado un sistema educativo a la medida de este orden social, al punto que según los resultados de la última prueba PISA, Chile lidera junto a Perú el penoso ranking de la OCDE de segregación escolar. Aquí el sistema de financiamiento compartido, los incentivos monetarios por resultados Simce y la capacidad que tienen los establecimientos escolares particulares de fijar el pago de las familias (aunque reciban aportes del Estado), han jugado su partida para reproducir el orden de este tipo de desarrollo que oculta la mugre bajo la alfombra. Para colmo, la reforma tributaria propuesta hace pocas semanas por el gobierno, ofrece la posibilidad de que las familias con ingresos de hasta 
$ 1,4 millón se beneficien de un descuento de hasta $ 200 mil por estudiante que cursa en establecimientos privados. ¿A quién beneficia esto? Ni a aquellos grupos de perfil socioeconómico bajo que pueden perjudicar el ranking Simce, ni a los que no pueden pagar el alza de las matrículas o que simplemente no son bienvenidos porque se entiende que el costo en la enseñanza de un pobre es mayor por el bajo nivel sociocultural de su familia. Esto beneficia a los mismos de siempre. Esto definitivamente no es desarrollo.

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