AFP y el costo de las decisiones irracionales

El mundo de las inversiones y los mercados financieros son, es bien sabido, espacios dinámicos en donde en el largo plazo tienden a cumplirse ciertas reglas, en el corto y hasta mediano plazo hay imponderables y riesgos que incluso pueden remecer las performances de los portafolios entrecomillas menos riesgosos.

Eso es justamente lo que ha ocurrido en las últimas semanas, en especial tras el inesperado triunfo de Donald Trump, en las elecciones estadounidenses, en donde los normalmente menos alterados mercados de renta fija se han visto convulsionados y presa de dinámicas que están mapeando de una nueva manera los precios y reconfigurando las curvas de rendimiento.

Lo anterior, que a muchos sonará excesivamente sofisticado y quizás un tanto esotérico, no es algo que progrese en otra dimensión, ya que tarde o temprano esas fuezas tienen expresión en la economía real e incluso en la economía doméstica.

Las consecuencias de esta reconfiguración de fuerzas en el mercado de capitales, por ejemplo, probablemente se expresará en un tiempo a nivel de las tasas de interés de los créditos hipotecarios (hoy extraordinariamente bajas), tal como ya lo ha hecho en estos días en forma más instantánea a nivel de las valorizaciones y rendimientos de los fondos de pensiones más conservadores de las AFP, es decir, los fondos D y E. Un resultado que seguramente no está dejando indiferentes a todos aquellos que en mala hora decidieron cambiarse a esos fondos alentados por consignas de movimientos callejeros o por recomendaciones de “inversión” de empresas de dudosa calidad técnica en sus recomendaciones.