Editorial

Sobre amenazas a la globalización

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El triunfo de Trump en Estados Unidos se constituyó en un nuevo golpe a la globalización, ya que el apoyo que tuvo su discurso proteccionista y antiinmigración se contrapone con un mundo de menores fronteras, más libre y más integrado. El creciente intercambio de bienes, servicios, capitales y personas del último medio siglo ha significado el mayor aumento en bienestar económico que conozca la humanidad en su historia. Incluso los sectores de bajos ingresos gozan de una mejor calidad de vida de la que tuvieron los más acaudalados en el siglo XVIII. En las últimas dos décadas el proceso se aceleró, gracias a los avances espectaculares de la tecnología.

¿Por qué entonces el rechazo creciente al proceso? Pareciera ser difícil ver las dos caras de la medalla; disponer de más y mejores bienes a costos decrecientes tiene como contrapartida cambios en los ingresos y composición del mercado laboral. Puede darse efectivamente que algunos grupos de trabajadores no hayan tenido en estos años las mejorías que experimentaron en el pasado, pero a cambio tienen bienes y servicios que antes les fueron inalcanzables, con un resultado combinado positivo. No percibir el fenómeno se convierte en caldo de cultivo para cantos de sirena que les hablan de recuperar la posición que antes tenían como trabajadores, pero sin explicarles que como consumidores enfrentarían un deterioro.

En este aspecto, la situación de nuestro país es inmejorable, ya que no sólo nos hemos beneficiado del boom tecnológico como consumidores, sino también ha habido en las últimas dos décadas una evidente mejoría para los trabajadores, especialmente los de menores ingresos.

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