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HidroAysén: lo bueno, lo malo y lo feo


Señor Director:


La decisión del Comité de Ministros tiene diversos aspectos que vale la pena analizar. Lo bueno: finalmente hubo una decisión en firme de la autoridad. Tomar decisiones tiene un costo de corto plazo evidente, pero mantener la incertidumbre genera un costo difícil de cuantificar. La incertidumbre generada con 5 años de tramitación no le hizo bien al sector. En un estudio reciente que hicimos con Jorge Fernández mostramos que los retrasos de la central Ralco hace 10 años pudieron afectar la entrada de otros proyectos, debido a la incertidumbre en cuanto a su entrada en operación. Mientras existía la posibilidad de construir HidroAysén, esto afectaba la rentabilidad de otros proyectos pues agregaba una cuota de incertidumbre y potencial discrecionalidad. Lo malo de la decisión es que esto puede interpretarse como una señal en contra del desarrollo hidroeléctrico en el país. Urgente se hace diferenciar HidroAysén de otros proyectos de la zona centro y sur del país. Finalmente, queda la fea tarea de reemplazar a HidroAysén. Dados los problemas de variabilidad que tienen la energía solar y eólica, será necesaria más energía térmica. Siendo el carbón el combustible térmico más económico, es de esperar que ello resulte en más centrales a carbón. Podríamos terminar con costos de generación eléctricos más altos que con HidroAysén operando. El desafío sigue siendo lograr un desarrollo energético sustentable.

Javier Bustos


Investigador NEST Facultad de Emprendimiento y Negocios, U.Mayor


Educación municipal


Señor Director:


Se aborda con propiedad por la elite política y también por la opinión pública el tema de calidad de la educación, en especial cuando esta categorización parece acompañar a la educación municipal que el gobierno de Michelle Bachelet pretende desmunicipalizar. Sin embargo, es preciso preguntarnos cómo medimos la calidad de la educación municipal. Para responder lo anterior, creemos que deben considerarse tres enfoques fundamentales para su estudio que permitirían generar políticas públicas que mejoran la calidad de la educación municipal y que no implican una desmunicipalización.

Primero, se debe medir la calidad en base a sus resultados, mediante los instrumentos establecidos como el SIMCE y PSU, sumado al rol que juegan los profesores dentro del proceso de enseñanza, así como también la carrera docente y el clima social escolar.

Segundo, medir la calidad en base a la Gestión Educativa que realizan los municipios a través de las DAEM o mediante Corporaciones Educacionales. 
Tercero, y quizá lo más importante, medir la calidad en base a la variable socioeconómica que cada estudiante posee y que parece ser determinante a la hora de elegir un establecimiento.

Creo que municipalizar la educación no implica una mejora en su calidad, que es el telón de fondo en esta discusión. 


Catalina Riquelme


Instituto Libertad

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